Mati se encontraba al cuidado de su abuela, porque su madre se encontraba en el hospital, al igual que su padre. El momento había llegado. Mati estaba a punto de convertirse en el hermano mayor.
El niño estaba claramente de mal humor, su cara era de pocos amigos y cuando su abuela le preguntaba algo respondía con monosílabos y una voz muy tosca.
-¿Qué pasa Mati?, ¿qué es esa cara?- preguntó la abuela.
-Mmm nada- fue la breve respuesta del niño.
La abuela, que conocía más que bien a su nieto prosiguió.
-Déjame adivinar… ¿Estás así por la llegada de tu hermanita no? Cuéntame, vamos.
-Pues sí- dijo el niño que finalmente se abrió a su abuela. -Ahora que llega mi hermanita tendré que compartir todo, mis juguetes, mis chuches y hasta mis padres… Seguro que ya no me darán atención. Nadie me entiende.-
La abuela sonrió con ternura, mientras el niño seguía con su ceño fruncido
-Mati, yo si te entiendo, de pequeña estuve en tu misma situación.
-¿De veras?- replicó Mati.
-Claro que sí. Yo también soy la hermana mayor. Y el tiempo antes de que mi hermana llegara a la familia lo pasé muy mal. Creía que mis padres ya no me prestarían atención, y que no tendría más juguetes nuevos para mí-
-Y ¿qué paso abuela?
-Pasó todo lo contrario. Poco a poco me di cuenta de que mis padres tenían mucho amor para darnos tanto a mi hermana como a mí. Además, ahora tenía el doble de juguetes, porque los míos se los prestaba a mi hermana, y ella los suyos a mí.-
Poco a poco la cara del niño se relajaba, y pasaba lentamente de enojo a entusiasmo.
-No suena nada mal eso, abuela.
-Claro que no. Luego mi hermanita fue creciendo y se convirtió en una gran compañera de juegos y de aventuras para mí. Nos cuidamos entre sí, compartimos grandes charlas y nos apoyamos en las distintas etapas de nuestro crecimiento. Incluso ahora que somos dos adultas seguimos apoyándonos la una en la otra.
-Bueno… Tal vez no sea tan malo entonces- dijo Mati.
-Para nada- respondió la abuela - verás lo lindo que es ser el hermano mayor, te divertirás mucho con tu hermanita, y tus padres no cambiaran contigo. Es más ahora tendrás además del amor de ellos dos, el amor de tu pequeña hermana-.
El rostro del niño cambio por completo. Su abuela le había ayudado a ver las cosas desde otro punto de vista, y lo había ayudado a entender que tener un hermanito podría ser algo fabuloso.
De pronto, el móvil de la abuela sonó avisando la llegada de un mensaje. La señora lo revisó y luego le dijo al pequeño.
-Felicidades, Mati, ya eres hermano mayor. Vamos, vístete y nos marchamos a conocer a tu hermanita-.
El niño se levantó de un salto y se preparó para salir. Camino de la clínica, el pequeño le pidió a su abuela detenerse en una tienda para comprarle un osito a su hermana.
Mati entró orgulloso al hospital de la mano de su abuela, feliz de haberse convertido en el hermano mayor.