En lo más profundo de Tierra Mágica, las hadas ancianas elaboraban un producto muy especial: los polvos de hada. Gracias a estos polvos, las hadas devolvían la sonrisa a los tristes, llevaban la paz donde había conflictos y dotaban de luz a los lugares donde reinaba la oscuridad.
Toda Tierra Mágica era un lugar hermoso en el que convivían especies mágicas de todo tipo en paz gracias a los polvos de hada.
Pero un día, sin que nadie lo esperase, las cosas cambiaron. Llantos y gritos empezaron a oírse por todas partes. Surgieron las peleas y las riñas. La gente estaban enfadada, triste y rabiosa.
Muy asustadas, las hadas empezaron a repartir sus polvos, esforzándose mucho más. Las que estaban descansando enseguida se levantaron para ir a por más polvo de hada y ayudar a sus compañeras. Pero el polvo de hada no hacía nada.
Ante una situación tan desesperante, la más anciana de las hadas reunió a todas las demás y les dijo:
- Algo va mal. La gente no para de discutir, de gritar, de llorar, de pelearse… Y eso empeora a cada minuto. Debemos investigar a ver qué pasa.
Todas las hadas salieron a investigar. Nada más salir, el hada anciana notó algo raro.
-Este olor… no es como lo recordaba -dijo la anciana.
Todas las demás afinaron su olfato. La mayoría no pudo apreciar nada, pero las más mayores pudieron identificar algo extraño en el aire.
-No consigo saber qué olor es este -dijo una de las hadas más mayores.
-Hermanas, ya sé lo que pasa -dijo la anciana-. Hemos sufrido un ataque. Años ha, cuando yo era aún muy joven, pasó algo parecido. Las consecuencias fueron terribles. La guerra se asentó en Tierra Mágica durante años. Solo la sabiduría de un viejo mago solitario logró acabar con el problema. Vayamos a verlo.
-Pero, ¿qué pasó? ¿Quién nos ataca? ¿Qué es eso que hay en el aire?
-Los trolls de Tierra Podrida nos atacaron usando su arma más peligrosa: bombas de pedo de troll.
-¿Qué?
-El viejo mago solitario consiguió neutralizar el pedo de troll cambiando la fórmula del polvo de hada -dijo el hada anciana-. Parece que el efecto se ha pasado. Hay que ir a buscar al mago.
-No es por ofender -dijo el hada más joven-, pero si el mago era viejo cuando tú eras una niña, ahora que la anciana eres tú, no sé yo si todavía estará vivo.
-No te preocupes, jovencita -dijo el hada anciana-. Un mago, cuando llegan a los cien años, si ha sido bueno, se convierte en dragón. Estoy segura de que lo encontraremos.
Todas las hadas partieron con la esperanza de encontrar un dragón. Tras varios días buscándole, al fin lo encontraron en lo alto de una montaña.
-Sé a lo que venís -les dijo el dragón-. En ese charco tenéis lo que necesitáis: lágrimas de dragón.
-Los dragones no lloran -dijo el hada anciana.
-Sabrás entonces el gran esfuerzo que he tenido que hacer -dijo el mago.
-Podrías haber muerte de pena -dijo el hada anciana.
-Corred, que mi sacrificio no sea en balde -dijo el dragón.
Las hadas añadieron las lágrimas de dragón a los polvos de hada y todo volvió a la normalidad en Tierra Mágica. Para todos menos para el dragón, que quedó muy afectado por el esfuerzo. Pero desde entonces siempre hay dos o tres hadas cuidando de él. Porque es de bien nacido ser agradecido.