Brenda, Draigan y el Mago Oscuro
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Brenda, Draigan y el Mago Oscuro

Edades:
A partir de 6 años
Brenda, Draigan y el Mago Oscuro En el castillo mágico de Taikalinna siempre se podía oír a alguien reír. Fue el regalo que la princesa Brenda le pidió a su hada madrina el día que cumplió 6 años. Desde entonces, no hay lugar en el castillo donde no haya alguien alegre y sonriente.

De eso también es responsable Draigan, un dragón que en vez de escupir fuego y rugir, cuenta chistes. Había llegado al castillo buscando un hogar.

¿Te imaginas un dragón enfadado, dispuesto a librar una gran batalla para defender a su reino, que en vez de gruñir lanzar fuego, se dedicara a contarle chistes al ejército enemigo?

Un dragón así no le valía a nadie, y por eso le despreciaron en todas partes, menos en el castillo mágico de Taikalinna. Allí encontró Draigan un lugar perfecto para él.

La princesa también era responsable de muchas de las risas que se oían por el castillo. No había que se resistiera a Cosquillas, su espada de plumas, con la que se pasaba el día haciendo cosquillas a todo el que se encontraba con ella.

Todo era maravilloso hasta que Brenda cumplió 12 años. Ese día, sin saber por qué, una gran nube gris cubrió el cielo y la risa abandonó el castillo.

—¡Oh, no, Draigan! ¡Nadie se rie! ¡Y mi espada a no funciona!

—Espera, probaré con un chiste. ¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba!

Brenda se quedó como estaba.

— ¡No! ¡No puede ser! ¡Siempre me río de tus chistes, por malos que sean!

—Espera, probaré con otro. ¿Por qué el libro de matemáticas estaba triste? ¡Porque tenía demasiados problemas!

Brenda estaba a punto de empezar a llorar de pena.

—No, no, Brenda, espera. Te cuento otro. ¿Qué planeta va después de Marte? ¡Miércole!

—Oh, Draigan, esto es el fin.

—No, me niego a aceptar eso. A ver este: ¿Cuál es el colmo de Aladino? ¡Tener mal genio!

—No puedo más, Draigan. Si no encontramos la gracia pronto este lugar se hundirá en la pena y la tristeza para siempre. Lo siento en mi corazón.

—Brenda, no pierdas la esperanza. ¡Ya sé! Vamos a la biblioteca de chistes. Ese lugar nunca falla. Como guardiana de la sabiduría, seguro que encierra la solución.

Draigan y Brenda fueron a la biblioteca de chistes, un lugar único en el mundo.

Allí encontraron al Mago Oscuro, en medio de la sala, lanzando un poderoso rayo negro hacia el cielo, a través del tragaluz de la biblioteca.

—¡Qué haces! —gritó Brenda.

—He concentrado la energía de este lugar y la he transformado para ahogar la risa y la alegría del mundo —dijo el Mago Oscuro—. Si yo no puedo reír, no lo hará nadie.

Brenda desenvainó a Cosquillas y plantó cara al Mago Oscuro.

—Deja ahora mismo lo que estás haciendo o te las verás conmigo.

—¿Me amenazas con una espada de plumas? ¡No seas ridícula!

Brenda se acercó y le atacó con su espada. Mientras tanto, Draigan cogió un libro de chistes de la estantería y empezó a lanzarlos, uno detrás de otro.

— ¿Cuál es el café más peligroso del mundo? ¡El ex-preso!

—¿Qué? ¿Has cogido el libro de los peores chistes del mundo?

Brenda siguió atacando con su espada. Draigan siguió con su libro, no tenía otra arma.

— ¿Dónde cuelga Superman su supercapa? En superchero.

—Buaf.

— ¿Qué le dice el 1 al 10? Para ser como yo, tienes que ser sincero.

— Patético.

Brenda seguía atacando con su espada.

— ¿Qué le dice un gusano a otro gusano? ¡Vamos a dar una vuelta a la manzana!

— ¿En serio?

Brenda, Draigan y el Mago OscuroBrenda insistía. Nadie se le había resistido nunca.

— ¿Por qué el libro de texto fue al hospital? ¡Porque tenía aprendicitis!

— ¡Lo que hay que oír!

—¡Sigue, Draigan! ¡No pares! —

— ¿Por qué el mago rompió con su novia? ¡Porque ella no creía en la magia del amor!

El Mago Oscuro miró a Traigan y sonrió. Brenda aprovechó y le atacó todavía con más energía.

Y cuando el mago oscuro no pudo soportarlo más…

— ¡Ja! ¡Jaja! ¡Jajaja!

Brenda empezó a reir también. Draigan los acompañó enseguida. Pronto empezaron a escucharse más risas en el castillo. La energía de aquellas risas se concentró en torno al rayo negro del Mago Oscuro, hasta convertirlo en un arcoíris que deshizo la nube negra e iluminó el cielo con sus colores.

—¿Cómo se llama el Mago Oscuro que consiguió reírse? —preguntó Draigan.

—¡Mago Colorines! —gritó Brenda.

El mago, con su nuevo nombre, se quedó a vivir en el castillo mágico de Taikalinna, y ya nunca dejó de reír. Porque cuando tienes cerca a amigos como Brenda y Draigan, dispuestos a todo para estar alegres, es muy difícil dejar de sonreír.
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