Cada cierto tiempo, en noches de Luna llena, ocurre un fenómeno espectacular, que dura solo dura unos minutos o unas pocas horas. Este fenómeno se llama eclipse lunar. Durante el eclipse lunar, la luna queda oculta por la sombra que proyecta la tierra sobre ella. La luna se tiñe de un color rojizo, como si fuera sangre, y esto ha sido motivo de superstición para muchas culturas durante siglos.
El almirante Cristóbal Colón sabía muy bien lo que pasaba, y eso le salvó la vida en su último viaje a las Américas.
Cuenta la historia de Colón tuvo que arribar su flota en lo que hoy conocemos como la isla de Jamaica porque dos de los barcos de su flota se habían estropeado y necesitaba repararlos. Los indígenas que entonces poblaban Jamaica les recibieron con los brazos abiertos, y les atendieron como buenos huéspedes.
Pero los trabajos de reparación de los barcos tardaron más de lo esperado, y los indígenas empezaron a impacientarse de modo que decidieron dejar de darles alimentos y de ayudarles en sus tareas de reparación.
Colón, que era un hombre muy listo y muy astuto, ideó un plan. Él había leído en un libro que pronto sucedería un eclipse lunar, y también sabía que los indígenas eran supersticiosos. Por eso, Colón pidió una reunión con el jefe del pueblo indígena y le dijo:
- El Dios de los cristianos está enojado con vosotros. Enviará las llamas de la ira y hará que la luna desaparezca del cielo, tras una ola de sangre y esto traerá consigo una gran tragedia.
Para la cultura de los indígenas, la luna era un símbolo importante y cuando sucedió el eclipse y vieron que efectivamente la luna desapareció, pidieron muy asustados a Colón que hablara con su Dios para que les devolviera la luna, y le prometieron ayudarle para que pudiera irse cuanto antes.
Colón se retiró y durante casi una hora fingió que negociaba con su Dios para que devolviera la luna tan limpia y brillante como siempre.
Sin embargo, lo que realmente estaba haciendo Colón era medir las fases de la luna con su reloj de arena y, cuando el eclipse estuvo a punto de acabar, salió y dijo:
- Dios me ha dicho que acepta vuestro gesto de arrepentimiento. Pero, si mentís, volverá y os arrebatará la luna para siempre.
Los indígenas aceptaron, les ayudaron y poco después, Colón y los suyos zarparon y de la isla de Jamaica.
Así fue como Colón utilizó su astucia y sabiduría para imponerse a la superstición. No estuvo demasiado bien aprovecharse de la ignorancia de los indígenas, de acuerdo, pero al menos así, consiguieron salir de allí sanos y salvos.