El bosque de los fósiles
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El bosque de los fósiles

Edades:
A partir de 6 años
El bosque de los fósiles En lo profundo de un valle escondido, existía un lugar mágico llamado el Bosque de los Fósiles. Era un sitio misterioso que muy pocos conocían, porque el tiempo lo había cubierto con secretos. Pero Ari, un niño lleno de curiosidad, y su mejor amiga Zoe, siempre querían descubrir lo desconocido.

—Ari, ¿estás seguro de que este es el camino correcto? —preguntó Zoe mientras miraba los árboles gigantescos y extrañamente petrificados que los rodeaban.

—Sí, Zoe, estoy seguro. Mi abuelo me habló de este lugar. Dijo que aquí se podían escuchar historias muy antiguas —respondió Ari con emoción en la voz.

Los dos amigos se adentraron más en el bosque, donde todo parecía tranquilo, demasiado tranquilo. El suelo bajo sus pies estaba cubierto de piedras extrañas, algunas con formas curiosas. Zoe se agachó a recoger una de ellas.

—¡Mira esto, Ari! Parece un caracol enorme, pero… es de piedra.

Antes de que Ari pudiera responder, la piedra en las manos de Zoe empezó a brillar suavemente, y una voz profunda, pero amigable, se escuchó:

—¡Ah, por fin alguien me encuentra! Hace siglos que no hablo con nadie.

Zoe dejó caer el fósil, sorprendida, y retrocedió. Pero Ari, siempre más atrevido, se acercó con cuidado.

—¿Quién eres? —preguntó, curioso.

De repente, el fósil comenzó a moverse. Pequeñas patas surgieron de su cuerpo, y de la nada apareció una pequeña cara sonriente. Era un trilobite, un fósil viviente.

—Soy Fosfero, un fósil muy, muy viejo. Yo viví en el océano hace más de 300 millones de años. Ahora, me encargo de contar la historia de la Tierra. ¿Están listos para escucharla?

Ari y Zoe no podían creer lo que estaban viendo. ¡Un fósil parlante! Sin pensarlo dos veces, los dos amigos asintieron con entusiasmo.

—Muy bien, prepárense para viajar en el tiempo —dijo Fosfero, mientras extendía sus patas y de repente el bosque comenzó a cambiar a su alrededor.

Los árboles petrificados se convirtieron en selvas verdes y gigantescas, y en el cielo volaban criaturas enormes. Un rugido resonó a lo lejos.

—Este era nuestro hogar hace millones de años —explicó Fosfero—. Los mares cubrían gran parte de la Tierra, y criaturas como yo vivíamos en sus profundidades. Pero el tiempo pasa, y todo cambia. Hoy, solo quedamos nuestros fósiles para contar la historia.

Ari y Zoe miraban asombrados a su alrededor. El bosque de los fósiles les mostraba paisajes antiguos, desde selvas densas hasta desiertos infinitos. Cada fósil que encontraban les contaba una nueva historia.

—Este lugar es increíble —dijo Zoe—. Pero, ¿por qué nadie sabe de él?

Fosfero se quedó en silencio por un momento, como si estuviera recordando algo triste.

—Porque la gente ha dejado de interesarse en el pasado. Ya no escuchan las voces de la Tierra. Si no hacen algo pronto, el bosque desaparecerá, y con él, las historias que guardamos.

Ari miró a Zoe, decidido.

—Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que el Bosque de los Fósiles desaparezca.

—Pero, ¿cómo? —preguntó Zoe—. Nadie nos escuchará.

âEl bosque de los fósiles€”Les escucharán si les enseñan lo valioso que es este lugar —dijo Fosfero—. Vosotros podéis ser los guardianes de la historia.

Tras esta experiencia, Ari y Zoe regresaron a su pueblo. Hablaron con sus amigos, sus padres y sus maestros. Les contaron sobre el Bosque de los Fósiles y las increíbles historias que los fósiles compartían.

Al principio, nadie les creyó. Pero Ari y Zoe no se dieron por vencidos. Organizaron una visita al bosque, llevando a sus vecinos. Y cuando la gente vio cómo el pasado cobraba vida en las voces de los fósiles, comenzaron a comprender.

El bosque ya no era un lugar olvidado. Se convirtió en un sitio donde todos podían aprender sobre la Tierra y su historia. Los fósiles volvieron a contar sus historias, y Fosfero, con una sonrisa, les agradeció a Ari y Zoe por devolver la vida al pasado.

—El mundo nunca debe olvidar de dónde viene —dijo Fosfero—. Solo así podrá cuidarse para el futuro.

Y así, el Bosque de los Fósiles siguió contando sus historias, gracias a dos niños que nunca dejaron de escuchar.
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