Había una vez un delfín que vivía en una albufera. Se llamaba Dolfino. Una albufera es como un lago grande que se encuentra cerca del mar. Es un lugar muy especial, porque allí viven muchos animales.
En las albuferas viven muchos tipos de peces, como anguilas, lubinas y carpas, y de aves acuáticas, como patos, garzas y gaviotas. Además, en las albuferas viven muchos tipos de anfibios, como sapos y ranas, además de un montón reptiles, como tortugas y culebrillas.
Lo que no podrás encontrar nunca en una albufera es un delfín, salvo en esta.
Dolfino era el único delfín del mundo que vivía en una albufera. Sus mejores amigos eran el pelícano Paco, que contaba unos chistes terribles de lo malos que eran, la trucha Maruja, que tenía una historia para todo, y la tortuga Tina, que conocía todas las historia de la albufera.
Un día, la tortuga Tina le preguntó a Dolfino:
—Amigo Dolfino, por muchas vueltas que le doy, no recuerdo que en esta albufera haya vivido ningún otro delfín.
La trucha Maruja añadió:
—Yo tampoco conozco ninguna historia de delfines viviendo en albuferas.
El pelícano Paco no sabía nada del tema, pero hizo su peculiar aportación:
—¿Sabéis por qué el delfín decidió mudarse a la albufera? ¡Porque escuchó que allí la vida es "mar"-avillosa!
—¿En serio, Paco? —preguntaron a coro los otros tres amigos.
—¿Qué? Esta vez me ha quedado el chiste muy guapo.
—Si tú lo dices —contestaron los demás.
—En serio, Dolfino, no entiendo qué haces tú, un delfín que debería estar nadando en mar abierto, encerrado en esta pequeña laguna —dijo la tortuga Tina.
—Os lo cuento si no os reís —dijo Dolfino.
—Te lo prometemos —dijeron sus amigos.
—Me da miedo nada en aguas profundas —dijo Dolfino.
Los demás se quedaron mudos. Paco el pelícano rompió el silencia.
—¿Cómo se llama el delfín que siempre llega tarde a las reuniones del océano? ¡Tar-defín!
—¡Paco! No digas bobadas, que esto es muy serio —le regaño la trucha Maruja.
Pero a Dolfino le debió de hacer mucha gracia, porque empezó a reírse como nunca antes lo había hecho.
Cuando se le acabaron las ganas de reir, les dijo a sus amigos:
—De verdad, me da mucho miedo. Es que está muy hondo. ¿Y si no me da tiempo a subir a coger aire? ¿Y si me come una ballena gigante que llega desde abajo nadando a toda velocidad? ¿Y si me enredo con una red de bolsa de plástico de esas que tiran los humanos y me quedo atrapado ahí abajo?
—A ver, Dolfino, a todo eso se enfrentan los demás delfines, igual que tú, y no pasa nada, todos lo superan —le dijo la tortuga Tina—. Eso es así desde siempre, te lo digo yo.
—Te voy a contar la historia de un gran delfín, llamado Serafín, que tuvo una vez mucho miedo, pero que lo superó gracia a sus amigos —dijo la trucha Maruja.
En realidad la historia era mentira, pero no se lo vamos a contar a Dolfino, porque se lo creyó y dijo:
—Si Serafín pudo superar su miedo al nada en agua profunda, yo también puedo. Pero tenéis que ayudarme, como hicieron los amigos de Serafín.
—¡Claro, claro! —dijeron sus amigos.
A
sí, poco a poco, Dolfino empezó a adentrarse en el mar, cada día un poco más, cada día un poco más de tiempo. Hasta que un día se despidió para no volver.
—Gracias, amigos. Me habéis ayudado mucho. He descubierto que mi sitio está en el mar. He conocido a otros delfines como yo y nos vamos a recorrer el océano.
Sus amigos se despidieron de él y le desearon buena suerte. Aunque se quedaron muy tristes, en el fondo estaban contentos por él, porque estaba donde debía estar.
El que peor lo pasó fue Paco, que se pasaba el día contando chistes malos sobre peces, para animarse, a su manera.
—¿Cómo se llama el pez que te presta dinero? ¡El pez-tamista!
—¿Por qué el pez vive en salado? ¡Porque la pimienta le hace estornudar!
— ¿Qué hace un pez en el gimnasio? ¡Nada!
—¿Cómo se llama el pez que te ayuda a levantar pesas? ¡El pez-as!
—¿Cómo se llama el pez que siempre molesta y da la lata? ¡El pez-ado!
—Si vuelves a contar un chiste de peces, el que se va al océano soy yo —dijo la trucha Maruja.
Es que los chistes de Paco son muy, pero que muy malos ¿eh?