Juanito y Luisito eran dos hermanos gemelos. El día que cumplieron cinco años su abuelo les regaló un hámster a cada uno con jaula y todo. Las jaulas eran increíbles. Tenía una rueda de correr, tobogán, piscina, biberón de agua, varios comederos para poner diferentes tipos de comida y una zona para dormir que parecía muy cómoda.
- ¡Me convertiré en el domador de hamsters más famoso del mundo! -dijo Juanito cuando recibió su regalo.
- ¡Y yo también! -dijo Luisito.
Lo que no sabían Juanito y Luisito es lo complicado que es domesticar a un hámster para que obedeciera e hiciera lo que se le pedía. Cada vez que abrían las jaulas los animalillos se escapaban y tardaban horas en encontrarlos.
Los amigos de Juanito y de Luisito les decían que se dejaran de tonterías, que no lo conseguirían nunca. Luisito perdió enseguida la ilusión y dejó a su hámster por imposible. Sin embargo, Juanito seguía empeñado en conseguir domesticar al suyo.
Cada vez que a Juanito se le escapaba el hámster aprendía algo nuevo. Por ejemplo, ya sabía cuáles eran los sitios favoritos donde se escondía, y había aprendido a cogerlo sin que se le escurriera de las manos. También sabía ya cuál era su comida favorita y la utilizaba para atraerle cuando se escapaba.
Poco a poco, el hámster de Juanito fue cogiendo confianza con él y como veía que no le hacía nada se quedaba jugando a su alrededor, se subía por los brazos e incluso se acurrucaba en sus manos para que le acariciara.
Un día Juanito se dio cuenta de que el hámster de su hermano estaba muy triste en su jaula sin agua ni comida.
- Luisito, tu hámster no tiene agua ni comida -preguntó Juanito.
- Ya, pero es que es un rollo, cada vez que abro la jaula intenta escaparse. ¡Estoy harto de perseguirle! -respondió Luisito.
- Pero si no le das de comer y de beber se morirá -dijo Juanito.
Luisito fue con desgana a ponerle agua y comida a su hámster y a limpiarle un poco la jaula, pero en cuanto pudo el hámster se escapó.
- ¡Lo sabía! -se enfadó Luisito -. Cuando te encuentre te voy a…
- ¡Para! -le interrumpió Juanito-. Así jamás conseguirás nada de él. Espera y verás.
J
uanito buscó al hámster de su hermano, le ofreció un poco de lechuga. El pobre tenía tanta hambre que se la comió en un abrir y cerrar de ojos. Poco a poco, Juanito lo fue atrayendo con zanahorias y otras verduras, y consiguió que se subiera a su mano.
- ¿Ves lo fácil que es? -dijo Juanito, mientras acariciaba al hámster de su hermano-. Si le gritas le asustas. Dale un poco de comer e inténtalo tú mismo.
Luisito lo ofreció un poco de fruta al hámster, que se lanzó a sus manos sin pensárselo.
Desde entonces, los hamsters de Juanito y Luisito pasan mucho tiempo juntos fuera de la jaula. Tambiény han aumentado la familia, porque uno era macho y el otro, bueno, la otra, era hembra, y han tenido muchos hijitos. Juanito y Luisito los domestican y se los regalan a sus amigos con un manual escrito por ellos mismos, titulado: "Breve manual del perfecto domador de hámsters".