El gran reto de Sofía
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El gran reto de Sofía

Edades:
A partir de 6 años
El gran reto de Sofía Sofía era una niña muy alegre que a la que le encantaba hacer amigos. Era muy amable y todos la querían mucho. Sofía se ganaba el corazón de la gente enseguida.

Un día, la mamá de Sofía le dijo a su hija:

—Esta tarde te voy a presentar a dos personas nuevas y me gustaría que te esforzaras por ser amable.

Sofía no entendía por qué su mamá le decía eso. Así que le contestó:

—Pero ¡si yo soy amable siempre!

La mamá de Sofía sonrió y le dijo:

—Ya lo entenderás.

Cuando llegó la tarde, Sofía lo entendió todo. Fue muy amable, como siempre. Cuando se quedaron solas de nuevo, Sofía le preguntó a su mamá

—¿Te vas a casar con ese señor?

—Tiempo al tiempo —dijo su madre—. ¿Qué te ha parecido?

—Rafael me ha caído muy bien, pero su hijo Jorge…

Sofía se cayó. No sabía muy bien cómo decirlo sin que su mamá se ofendiera. Fue ella la que terminó la frase.

—Jorge es muy tímido y muy reservado, y no es nada hablador. Pero si lo sigues intentando, tal vez…

—¡No te preocupes por eso, mamá!

A partir de entonces, Rafael y Jorge iban todas las tardes a casa de Sofía y su mamá.

Sofía se esforzaba mucho por caer bien a Jorge. Su mamá estaba tan feliz que no quería ser ella quien lo estropeara.

Pero Jorge pasaba de Sofía.

Los primeros días, Sofía estaba muy trista. Aúna así, no se desanimaba y seguía intentándolo.

Cada tarde le preguntaba a Jorge si quería jugar con ella, si quería ver sus juguetes, si quería ver una película con ella, o lo que se le ocurriera. Pero Jorge siempre decía que no y se alejaba.

Después de dos semanas intentándolo, Sofía le dijo a su madre, con mucha pena:

—Mamá, no sé qué hacer. Jorge no quiere ser mi amigo.

Su mamá le acarició el pelo y le dijo:

—No te desanimes, Sofía. A veces las personas tienen miedo de hacer amigos nuevos, especialmente cuando tienen que hacer un cambio importante en su vida. Tal vez Jorge necesite un poco más de tiempo.

—Está bien, mamá, no te preocupes.

Pasaron los días y Sofía seguía intentándolo. Decidió portarse como si Jorge y ella ya fueran amigos. Le recibía con una gran sonrisa, le cogía de la mano y le llevaba al cuarto de los juguetes a jugar, le enseñaba sus nuevos inventos e incluso le regalaba dibujos. Otros días se lo llevaba al parque y jugaban en la arena.

Uno de esos días, una mujer de lo más normal se acercó a la vaya que rodeaba el arenero y les preguntó:

—¿Queréis que os cuente una historia?

—Vale —dijeron Sofía y Jorge.

—Os espero detrás del Gran Árbol dentro de una hora —dijo la mujer—. No faltéis. Os voy a contar la historia de un tesoro escondido dentro del bosque. Si conseguís descifrar el mensaje secreto lo encontraremos y nos lo podremos repartir. Pero tenéis que venir solos, no lo olvidéis.

Por primera vez, Jorge se dirigió a Sofía con una sonrisa y le dijo:

—Seremos ricos. Nuestros padres se podrán muy contentos.

Sofía se limitó a decir que sí con la cabeza.

Cuando la mujer se fue, Sofía le dijo a Jorge:

—¿No te ha enseñado tu padre a no ir con extraños? Esto es una trampa.

Jorge se enfadó mucho y le dijo:

—¡Eso es porque eres una egoísta y lo quieres todo para ti!

Jorge se fue corriendo a buscar a su padre. Cuando este lo vio llorando miró a Sofía con muy mala cara y se fue con su hijo de allí.

El gran reto de SofíaMamá, lo siento —dijo Sofía. Y le contó lo que había pasado.

—Has hecho lo correcto —dijo su madre—. Mañana se lo explicaré a Rafael.

—¿Y si es demasiado tarde? ¿Y si Jorge se las ingenia para ir al Gran Árbol solo?

—Vale, hagamos una cosa. Vamos hasta ese lugar. Iremos escondidas, para que no nos vea.

Sofía y su madre se acercaron al Gran Árbol. Como estaba oscureciendo no les costó mucho ocultarse.

Y allí estaba Jorge. La madre de Sofía enseguida llamó a Rafael para decírselo.

—Mamá, mira, la señora se lleva a Jorge dentro.

—Quédate aquí y espera a Rafael. Yo voy a por Jorge.

Todo pasó muy rápido y por poco pierden a Jorge de vista. Pero consiguieron sacarlo del bosque justo antes de que aquella mujer lo metiera en una furgoneta y se lo llevara lejos de allí.

—No sé qué hubiera hecho sin ti, Sofía —dijo Jorge.

—Para eso están los amigos —dijo Sofía.

—Tal y como están las cosas, me parece que también los hermanos —rio Jorge.

Los dos se fundieron en un gran abrazo y desde entonces son dos grandes amigos, o hermamigos, más bien, como les gusta decir a ellos.
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