Había una vez un mago que hacía magia con la música. Por eso le llamaban el mago Musician.
El mago Musician iba siempre con varios instrumentos al hombro, por si acaso necesitaba usar alguno para hacer magia.
Con una flauta de pico, el mago Musician era capaz de hacer crecer las flores y de curar a los árboles enfermos. Si hacía falta lluvia, el mago Musician sacaba su violín. Y si se encontraba a alguien enfermo, el mago Musician lo curaba tocando la armónica.
Un día, el rey de los elfos mandó llamar al mago Musician. Su reino estaba en peligro: una terrible plaga arrasaba los campos y contaminaba las aguas. Y, para colmo, una terrible enfermedad amenazaba estaba dejando en cama a muchos de los habitantes del reino, incluidos los hijos del rey.
El mago Musician sacó su clarinete y, tocando una hermosa melodía, se transportó al reino de los elfos antes de acabar el cuarto compás.
-Gracias por venir tan rápido, mago Musician -dijo el rey de los elfos.
-Os ayudaré encantado -dijo el mago Musician. Y enseguida se puso a trabajar.
El mago Musician colocó sus instrumentos sobre una gran mesa y empezó a tocar. Pero nada funcionaba. Ni la flauta, ni el violín, ni la armónica ni el clarinete. También probó con una pequeña lira, con el ukelele, con un rabel y con un xilófono. El resultado seguía siendo el mismo: nada funcionaba.
-Pronto, traedme todos los instrumentos que haya en el reino -dijo el mago Musician a los elfos que lo acompañaban.
El mismo rey se puso en marcha para llevarle al gran mago todos los instrumentos disponibles.
Lo primero que le llevaron al mago fueron una guitarra, un violonchelo, un contrabajo. Pero no funcionaron.
Luego le llevaron una viola, un oboe y una trompeta. Tampoco consiguió nada con ellos.
Lo siguiente que consiguieron los elfos fueron una trompa, un fagot y un trombón. Pero tampoco sirvieron de nada.
Tampoco sirvieron el saxofón, la vihuela, la zanfona ni la trompa.
-El piano viene en camino -anunció el rey.
Pero el piano tampoco sirvió.
-La reina casi ha terminado de preparar su armónica de cristal -dijo el rey-. Ya casi tienen los vasos listos con el agua necesaria para una buena afinación.
El mago Musician estaba encantado con la idea de la armónica de cristal. Pero por mucho que probó no consiguió resultados.
-No nos quedan más instrumentos, a pesar de que existen muchos más -dijo el rey.
-Me temo que ningún instrumento servirá para esta maldición -dijo el mago Musician.
En ese momento llegó el hijo pequeño del rey, visiblemente enfermo.
-¿Por qué no cantas, mago Musician? -dijo el pequeño-. Cuando mi mamá me canta yo me siento mejor. Seguro que si lo haces tú, tu voz mágica servirá para curarnos.
El mago Musician no había cantado en su vida. Pero no quería desairar al pequeño, así que cogió aire y, sin pensar muy bien qué iba a cantar, se dejó llevar, igual que hacía con los instrumentos.
Primero emitió un sonido agudo, largo e intenso.
-¡Funciona! -gritó el rey-. Continua, mago Musician.
El mago Musician improvisó una hermosa canción y, a cada sonido, todo a su alrededor empezaba a recuperarse.
El mago se paseó por todo el reino cantando sin descanso hasta que todo volvió a la normalidad.
-Gracias, mago Musician, estamos en deuda contigo -dijo el rey.
-Estamos en paz -dijo el mago-. Gracias a vosotros he descubierto el mejor instrumento de todos. Llamadme siempre que me necesitéis.
Y así fue como el mago Musician salvó el reino de los elfos y cómo descubrió el gran poder que albergaba en su interior.