Había una vez un ogro que iba a diario a pescar a un lago de cercano a su cueva. Todos los días conseguía algún pez para comer, por lo que siempre volvía al mismo sitio.
Los años pasaron y el ogro se hizo mayor, y cada vez le costaba más pescar. Llegó un momento en el que no pescaba nada, así que urdió un plan para conseguir que los peces fueran a él en vez de tener que ir él a por ellos.
Fue así como empezó a sentarse junto al lago a llorar amargamente.
-¡Oh, pobre de mí! -lloraba el ogro.
Después de varias semanas viéndolo llorar y sin pescar, una rana se acercó al ogro y le preguntó:
-¿Qué te pasa, amigo?
El ogro respondió:
-Me ha dicho un hechicero que el lago se va a secar, así que ya no habrá lugar para coger agua ni para bañarse en muchos kilómetros a la redonda.
Los peces, al oírlo, se acercaron hasta el ogro:
-No puede ser -decían los peces.
-Pues es así, de verdad -dijo el ogro.
Como hacía mucho tiempo que no pescaba, los peces ya habían olvidado que el ogro era un peligro. Así que no tuvieron miedo y le pidieron ayuda.
-¿Podías ayudarnos? -preguntaron los peces.
-Me ha dicho la hechicera que hay un lago a medio día de camino de aquí -dijo el ogro-. Pero podría llevaros de uno en uno, pues soy mayor y estoy cansado.
Los peces agradecieron al ogro su amabilidad y ese mismo día empezó el éxodo.
El ogro cogió una pecera y metió en ella a un pez.
-¡Hasta pronto, amigo! -se despidió el pez.
Pero el ogro, en vez de llevar al pez a otro lago, se lo llevó a su cueva y allí se lo comió.
Al día siguiente informó a los demás peces de que su amigo estaba muy feliz en el nuevo lago y que los esperaba allí impaciente.
Enseguida otro pez pidió al ogro que lo llevara. El ogro lo metió en la pecera y se puso en marcha. Pero, una vez más, se lo llevó a la cueva y se lo comió.
El ogro estuvo repitiendo esto durante semanas hasta que la rana le dijo:
-A mí también me gustaría que me llevases al lago.
-Está bien, te llevaré hoy mismo -dijo el ogro, pensando que estaría bien variar por un día la dieta y comer otra cosa que no fueran peces.
La rana se subió sobre uno de los hombros del ogro y este se puso en marcha. Pero nada más salir la rana se dio cuenta de algo:
-Tenía entendido que el lago está hacia el otro lado.
-Sí, pero este camino es más fácil para mí -se justificó el ogro.
La rana aceptó la respuesta, pero se quedó un poco mosqueada. Algo le decía que había algo raro en todo aquello.
Al poco tiempo, la rana se dio cuenta de que el ogro caminaba hacia una cueva.
-¿Aquello de allí es tu casa? -preguntó la rana.
-Sí -respondió el ogro-. Voy a ir a buscar una cosa que necesito.
Aquella respuesta hizo que en la cabeza de la rana saltasen todas las alarmas.
A medida que se acercaban, la rana empezó a ver las espinas de muchos peces tiradas por el suelo. Algunas parecían muy recientes. Entonces, la rana lo entendió todo. Así que saltó. Y lo hizo justo a tiempo, porque el ogro se disponía a coger a la rana para cocinarla y comérsela.
La rana fue hasta el lago todo lo rápido que pudo y contó a los peces lo que estaba pasando con el ogro.
-Era todo mentira -les dijo-. El lago no se va a secar. El ogro os engaña para comeros por le camino.
Cuando el ogro llegó al lago se dio cuenta de que los peces ya conocían su plan y de que ya no podría engañarlos más.
El ogro terminó comiendo gusanos y ramas el resto de sus días y nunca más pudo acercarse a ningún pez.
La rana fue nombrada reina del lago y, desde entonces, nunca le falta de nada y es amada y respetada por todos.