Esta es la historia de una pequeña niña ambiciosa, Emily. Un día, Emily acompañó a su madre para ir de compras. Por el camino se cruzaron con una bailarina. La niña estaba asombrada por su vestido y sus lindas zapatillas de ballet, que llevaba en las manos, colgando de sus cintas de raso.
Emily siguió a aquella bailarina, mientras su mamá hacía unos recados.
No duró mucho el seguimiento. En seguida la pequeña bailarina llegó a una escuela, donde también había otros bailarines de ballet.
Con los ojos bien abiertos Emily los observó haciendo movimientos durante la clase a través de la ventana. Desde el levantamiento de las manos hasta las diferentes poses, todo fue una encarnación de la perfección.
La madre de Emily se acercó y le dijo a su hija que se trata de una escuela de ballet, donde niñas de familias adineradas y de élite se entrenan para una competición que se realiza anualmente en la ciudad.
—¿Qué ganan los mejores? —preguntó Emily.
—El ganador obtiene el título de mejor bailarín o bailarina de ballet; con una beca gratuita para acceder a la escuela de ballet más prestigiosa del país.
—¡Vaya! Yo también quiero ser admitida en esta escuela para obtener el título de mejor bailarina de ballet— dijo Emily a su madre.
—Mi niña, no va a poder ser —dijo mamá—. Esta escuela es cara y no podemos pagarla. Luego la agarró del brazo y la sacó de ese lugar.
Emily estaba desanimada. Quería convertirse en bailarina, pero no tenían dinero para ello.
Pero al día siguiente se despertó más animada. Había tenido un curioso sueño, y decidió no rendirse.
—Entrenaré de todo modo —dijo la niña según se levantaba de la cama.
Emily empezó a observar a las bailarinas y los bailarines de la escuela de ballet. Se colocaba cerca de una venta, en un lugar donde podía ver bien a los bailarines y bailarinas tomando las clases. Ella copiaba los movimientos y los practicaba en casa.
Un día, una maestra se fijó en ella. Cuando cerraron la escuela, salió y llamó a Emily a la escuela.
—Baila para mí, por favor —dijo.
Emily estaba confundida, pero en cuanto escuchó la música empezó a hacer lo que había aprendido hasta ahora. La maestra se sorprendió al ver el talento de la niña.
La maestra quedó tan impresionada que decidió dar formación gratuita al terminar sus clases. Emily se puso feliz y recibió entrenamiento diario. Pasó un año y finalmente llegó el día de la competición.
Todos estaban completamente preparados. Emily llegó al lugar muy emocionada, pero enseguida se sintió mal, viendo los bonitos vestidos y zapatillas maravillosas de todas las bailarinas y bailarines de ballet. Ella llevaba una sencilla malla y unas zapatillas viejas.
La maestra entendió lo que le pasaba y le dijo:
—¿Crees que solo un vestido bonito y unas zapatillas pueden hacerte ganar el título de mejor bailarina de ballet? Solo cree en ti misma.
En ese momento se anunció el nombre de Emily. Ella subió al escenario con plena confianza. Actuó de todo corazón en el escenario. Cuando finalmente se detuvo y abrió los ojos, vio una ovación de pie por parte de los jueces.
La sala se hizo eco de una gran ronda de aplausos. Finalmente, el sueño de Emily se hizo realidad. Obtuvo el título de Mejor Bailarina de Ballet.
Esto demostró a todos que si quieres algo corazón, los obstáculos no importan, ya que son solo escaleras que nos llevan a una posición más alta.