A Jack le encantaban los calcetines. Tenía una colección enorme. Pero de todos ellos había uno que le gustaba más que los demás. No tenía pareja, y le quedaba pequeño, pero le tenía un cariño especial y siempre estaba jugando con él. Hasta que lo perdió. Lo llamaba Calcetitín.
Jack estuvo buscando a Calcetitín sin descanso durante semanas, hasta que se dio por vencido. Desde entonces no fue el mismo. Muchas más calcetines desaparecieron después, pero a Jack ya le daba lo mismo.
Una noche, mientras estaba asomado a la ventana para respirar el frío de la noche nevada, Jack escuchó una risa juguetona. El niño decidió salir, intrigado, y siguió el sonido hasta el borde del bosque nevado, donde descubrió algo sorprendente: ¡los calcetines perdidos se habían convertido en pequeños seres mágicos que jugaban en la nieve!
Decidido a encontrar a Calcetitín, Jack se adentró en el bosque. Enseguida encontró a la señorita Helada, una figura hecha de nieve y hielo, con una sonrisa cálida y ojos brillantes con esmeraldas.
Vaya, pero ¡si tenía esmeraldas de verdad en los ojos!
—Hola, Jack. ¿Buscas a un amigo perdido? —preguntó la señorita Helada.
—Sí, estoy buscando a Calcetitín —respondió Jack con esperanza. Serían los ojos verdes de aquella figura tan maravillosa.
La señorita Helada despegó su cuerpo helado de la nieve y guio a Jack a través del Bosque Nevado hasta el Valle de los Calcetines, donde los calcetines juguetones deslizaban y giraban sobre la nieve.
—¡Calcetitín! —gritó Jack al ver a su calcetín perdido, convertido ahora era el líder de los Calcetines Juguetones.
—¡Jack! No esperaba verte aquí —dijo Calcetitín, sorprendido pero feliz.
Jack le propuso volver a casa juntos, pero Calcetitín no lo tenía claro. Él había encontrado un nuevo propósito en el Valle, liderando y cuidando de los otros calcetines.
Confundido y triste, Jack se sentó en una roca, mirando a los calcetines jugar. Fue entonces cuando la señorita Helada se sentó a su lado.
—Jack, a veces, las cosas cambian y eso está bien. Calcetitín ha encontrado su lugar aquí, al igual que tú encontrarás nuevos amigos y aventuras.
Con el corazón triste, pero comprendiendo la situación, Jack decidió regresar a casa. Al despedirse, Calcetitín le regaló una pequeña bufanda hecha de hilos de calcetín, como símbolo de su amistad eterna.
De regreso en casa, Jack colgó la bufanda en su pared, recordándole siempre la aventura, la amistad y la importancia de dejar ir. Y aunque extrañaba a Calcetitín, sabía que su amigo estaba feliz, y que había nuevas aventuras esperándolo a él también.