Las aventuras de Ratolín y Brasón
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Las aventuras de Ratolín y Brasón

Edades:
A partir de 4 años
Las aventuras de Ratolín y Brasón En un rincón escondido de un bosque perdido vivía Brasón. Brasón era un dragón de imponentes alas y cuerpo escamoso que escondía un secreto: tenía miedo a volar alto.

No muy lejos de allí, Ratolín, un ratón pequeño y juguetón, soñaba con encontrar a su familia, de la que se había separado durante una tormenta. La última noticia que tenía es que el viento los había dejado en las Montañas Altísimas.

Ratolín sabía que cerca vivía un dragón, y salió en su busca, dispuesto a pedirle que le llevara hasta su familia.

Un día, mientras Brasón intentaba, sin mucho éxito, volar un poco por encima de los árboles, se topó con Ratolín. Al principio, ambos se miraron con sorpresa y recelo. Pero luego, Ratolín se acercó y dijo:

— ¡Hola! Soy Ratolín.

Y tiró una piedra.

—Yo soy Brasón. ¿Qué haces por aquí?

—Te estaba buscando. Quería pedirte que me ayudarás a subir a las Montañas Altísimas. Mi familia está ahí arriba.

Y tiró otra piedra.

—Lo siento, pequeñín, pero no va a poder ser.

—¿Por qué?

Y tiró otra piedra.

—¿Se puede saber por qué tiras piedras?

Ratolín se puso colorado de la vergüenza.

—Es para espantar mis miedos. Cuando me asusto me imagino que el miedo tiene forma y le tiro una piedra para que se vaya.

Brasón empezó a reírse.

—Hay que ver, qué ratón tan gracioso eres. No se puede enfrentar el miedo tirando piedras. Yo tengo miedo a volar y ni tirando piedras podría superarlo.

—A mí me funciona. ¿Quieres que lo probemos?

Brasón le había cogido cariño a aquel ratoncito.

—Vale, lo intentaré, pero ya te digo yo que no va a servir de nada.

—Espera, que me subo. A ver si no quién va a tirarle piedras a tu miedo.

Ratolín se subió a lomos de Brasón y gritó:

—¡Adelante, valiente! Alza el vuelo sin temor,
No mires abajo, Brasón, solo al horizonte en derredor.
El cielo es tu dominio, las nubes, tu canción,
Con fuerza y con bravura, muestra tu esplendor.

Mientras lo escuchaba, Brasón alzó el vuelo, dejando muy abajo los árboles. Sin darse cuenta, los versos de Ratolín le habían hecho olvidar su miedo.

Pero, de pronto, algo cruzó el cielo. Una sombra oscura y tenebrosa que empezó a decir:

—Brasón, dragón inútil, qué haces aquí arriba. Tú no puedes volar, eres miedoso y un cobarde.

—¡Oh, no! —dijo Brasón.

—¡Tranquilo, amigo! —gritó Ratolín—. Yo me ocupo de esto.

Ratolín empezó a tirar piedras contra la sombra.

—¿No ves que las piedras me atraviesan, ratón insulso? —dijo la sombra.

Las aventuras de Ratolín y Brasón—Nadie se mete con mi amigo, ¿me oyes? —dijo Ratolín, mientras seguía tirando piedras—. Vete de aquí, no eres más que un reflejo opaco y nunca podrás brillar por ti misma. Eres el olvido, lo que se queda atrás y nadie recuerda. Eres la nada que se forma al esconderse lo brillante.

Antes aquellas palabras, la sombra se fue deshaciendo hasta que desapareció.

—¡Sigue, Brasón, ya nada te detiene!

En apenas unos minutos habían llegado a cima de las Montañas Altísimas, donde la familia de Ratolín los estaba esperando.

—Subid, que mi amigo Brasón os llevará de vuelta a casa —dijo Ratolín.

Y así fue como Brasón consiguió volar y Ratolín recuperó a su familia.

Desde ese día, en aquel bosque periodo, se puede en lo alto del cielo a ratón volando a lomos de un dragón. Pero no te pongas debajo porque, de vez en cuando, caen piedras.
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