Bajo el mar, dentro del Submarino Risueño, la doctora Marina Burbujas mezclaba colores en tubos de ensayo.
—¡Vamos a encontrar ese pez! —exclamó con entusiasmo.
La doctora Marina Burbujas llevaba años en busca de un pez especial que podrÃa resolver los misterios del océano. Para ello necesitaba hacer un jabón de burbujas de colores especial para atraerlo.
Pero no habÃa manera. Su abuelo, el doctor Marino Atolón, dejó todo anotado en su cuaderno, pero hay algo que Marina no hacÃa bien.
Junto a ella estaba Buzo Bruno, mirando el agua a través de una ventana, sudando la gota gorda mientras las manos y los pies le tiemblan ligeramente.
—Espero que no haya que mojarse mucho —murmuró.
Marina se rio y, sin querer, derramó la mezcla que estaba haciendo.
—¡Burbujas! —dijo Buzo Bruno—. A ver si esta vez has acertado.
Las burbujas atravesaron las ventanas del submarino y salieron al mar, sin romperse, justo en el momento en el que un cardumen de peces pasaba por allÃ. Las burbujas estallaron junto a sus pequeños cuerpos, haciéndoles cosquillas.
—¡Te han salido burbujas de la risa! —exclamó Buzo Bruno.
—Bueno, podrÃa haber sido peor —dijo Marina Burbujas—. ¿Recuerdas aquella vez que salieron burbujas eléctricas y casi electrocutamos al océano entero? ¿O aquella que hicimos burbujas de chicle y quedaron pegadas por todo el submarino?
Mientras, los peces seguÃan riéndose, y contagiando su risa a todo ser viviente que pasaba por allÃ.
—Mira, llegamos al Bosque de Algas Gigantes —dijo la doctora Marina Burbujas—. Pero, ¿qué es esa sombra de ah�
—¡Ah! ¡Un monstruo! —gritó Buzo Bruno
—¡Tranquilo, Bruno! —se rio la doctora Marina—. Es solo una medusa, y parece muy simpática.
—Soy Buzo Bruno... y le tengo miedo al agua. ¡Qué ironÃa! —suspiró Bruno.
Marina pensó un momento y luego tuvo una idea.
—Bruno, ¿y si usamos mis burbujas de risa para ayudarte?
Bruno frunció el ceño.
—¿Cómo?
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€”¡RÃete de tu miedo! —dijo la doctora Marina Burbujas mientras liberaba algunas burbujas.
Bruno comenzó a reÃr, y poco a poco, su miedo al agua desapareció.
AsÃ, Buzo Bruno pudo salir del submarino e investigar, a ver si encontraba alguna pista del pez que llevaban tanto tiempo buscando.
Cuando volvió al submarino, Buzo Bruno tenÃa una sonrisa tan grande que casi no le cabÃa en la cara.
—Gracias, Marina. He descubierto que reÃrme de mis miedos me hace más fuerte —dijo Buzo Bruno.
—¡Y yo he descubierto que las burbujas no siempre son un desastre, aunque no me salgan como quiero! —rio la doctora Marina.
Y asÃ, en medio de risas y burbujas, continuaron con su búsqueda.