Los juguetes encantados
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Los juguetes encantados

Edades:
A partir de 6 años
Valores:
Los juguetes encantados Había una vez una niña llama Eleonor que tenía una habitación llena de juguetes. En la ciudad, nadie tenía tantos juguetes como ella. Pero Eleonor jamás entraba en esa habitación.

Eleonor siempre iba a jugar a casa de sus amigas. Sus amigas le preguntaban a Eleanor por sus juguetes.

- Podrías traer algún día alguno de tus juguetes… todo el mundo dice que tienes muchos -le decía Lucía.
- Podrías invitarnos a ir un día a tu casa… -comentaba Andrea.
- Pero Eleanor no decía nada, y aprovechaba cualquier excusa para irse y no seguir hablando del tema.

Un día, Lucía y Andrea cogieron a Eleanor y le preguntaron muy serias:
- ¿Por qué no podemos ir a tu casa a jugar?

Eleanor, viendo que no podía huir, contestó:
- Porque... mis juguetes están encantados. Cuando me acerco a la habitación de los juguetes oigo ruidos extraños.

Lucía y Andrea se miraron muy serias durante unos segundos, antes de caerse al suelo de la risa.

- Va en serio, mis juguetes están encantados -dijo Eleanor-. Os lo demostraré.

Eleanor se fue a su casa y volvió un rato después, con un libro. Era un cuento que se titulaba "Eleanor y los juguetes encantados".

- Leed lo que pone -dijo Eleanor a sus amigas-. Ya veréis como lo que digo es verdad. Aquí cuenta que una princesa llamada Eleanor tenía muchos juguetes, igual que yo. También dice que la maldición pasará de Eleanor en Eleanor hasta el fin de los tiempos.
- Eleanor, este libro tiene una pinta muy rara, ¿no te parece? -dijo Lucía.
- Yo también le veo algo curioso -dijo Andrea.
- ¿Qué? -preguntó Eleanor.
- La letra es bastante rara, y los dibujos parece que los ha hecho un niño o una niña -dijo Andrea.
- El nombre el autor también parece sospechoso -dijo Lucía.
- Paulo Brunetti -leyó Eleanor.
- ¿No se llaman tus hermanos mayores Pablo y Bruno? -preguntó Andrea.
- ¿Intentáis decirme que mis hermanos me han tomado el pelo con un cuento falso? -preguntó Eleanor.
- Eso parece… Pero vamos a comprobarlo, a ver qué ruidos extraños son esos que se oyen -dijo Lucía.

Las tres niñas fueron a casa de Eleanor, a ver qué pasaba con los juguetes. Cuando llegaron, pusieron las orejas pegadas a la puerta de la habitación de los juguetes, a ver qué oían.

- ¡Es verdad! Se oyen ruidos -dijo Lucía.
- Abramos con cuidado sugirió Andrea-.

Las niñas abrieron con cuidado. Y cuando abrieron la puerta…

-Los juguetes encantados ¡Seréis fantasmas! -gritó Eleanor-. ¡Fantasmas, embusteros y traidores!
- Allí estaban Pablo y Bruno, jugando con sus juguetes, y pasándolo en grande.
- Eleanor, hermanita, solo era una broma -dijo Pablo.
- ¿De verdad te lo habías creído? -preguntó Bruno.
- Eleanor estaba tan enfadada que parecía que le iba a salir humo por las orejas. - Pero sus amigas no podían parar de reír. Eleanor las miró, confundida.
- ¡No tiene gracia! -dijo Eleanor.
- ¡Vamos, claro que la tiene! -dijeron las niñas.

Pablo y Bruno no sabían qué hacer. Parecían preocupados. Entonces, de repente, Eleanor también empezó a reírse.

Pablo y Bruno también empezaron a reír al ver que, al final, su hermana había encajado bien la broma.

Y así fue como se resolvió el misterio de los juguetes encantados de Eleanor y cómo la niña aprendió a confiar en sus amigas cuando tenía un problema. Y a reírse de las cosas que no tienen importancia porque, al fin y al cabo, una broma es una broma, y es más divertida cuando todos la disfrutan.
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