La pequeña Susana llora en silencio, por dentro. Todo ha pasado muy de repente. No entiende cómo ha podido ocurrir eso y pasarle precisamente a ella. A ella que tanto tiempo pasaba con mamá y que ahora no es capaz de pensar como puede ser un nuevo día sin ella.
Los abuelos y papá le explicaron que mamá se había puesto muy enferma y que por eso estas últimas semanas ha tenido que ir a verla al hospital. Allí mamá le sonreía pero Susana veía que mamá estaba cansada y no quería que se pusiera peor así que la dejaba descansar.
Hace tres días papá y los abuelos le pusieron el desayuno y después de acabarse su chocolate le dieron esa noticia tan fea, lo más feo que había escuchado nunca. No podía parar de llorar, pero papá le dijo una cosa que le sirvió un poquito, que cuando las personas que queremos se tienen que ir pasan de vivir con nosotros a vivir dentro de nosotros y que siempre tendría a mamá en ella. Por eso ella habla mucho rato con mamá y siente que la está escuchando.
Susana intenta no mostrar el enfado de lo que más le duele que es no poder verla más. Intenta no enfadarse por qué ve que todos los mayores sienten lo mismo pues también están tristes y lloran. Incluso papá, que ya no estaba viviendo con ellas, ahora está muy disgustado por todo.
Una de las tías le ha dicho a Susana que puede hacer un pequeño diario para sacar todo el enfado que siente. A Susana le ha parecido buena idea y tiene su cuaderno todo el día dentro de un bolsito que le había regalado mamá. Cuando se siente triste escribe, cuando se siente sola escribe, cuando se siente enfadada escribe…
Además quiere escribir todas las cosas que le pasen importante para poder ir contándoselas a mamá allí donde esté para que no se pierda nada de ella. Por las noches también se acuerda de mamá, a veces reza o a veces mira una foto donde están
juntas y siente calma. Le da un beso a la foto y cierra los ojos para soñar con ella. Mañana será otro día.