Marcianito Peleón era el habitante más malvado de todo el planeta. Marcianito Peleón estaba todo el día pegando a sus compañeros, vecinos y otros marcianitos que encontraba.
Como no tenía amigos, Marcianito Peleón se pasaba el día solo, buscando pelea por todas partes. Le daba igual que fueran grandes o pequeños, chicos o chicas. Marcianito Peleón se pegaba con cualquiera que se cruzara en su camino.
Todo el mundo huía en cuanto aparecería. Eso molestaba mucho a Marcianito Peleón, y por eso le daba más fuerte al que encontraba.
Un día, mientras paseaba por el planeta, Marcianito Peleón vio a un habitante con el que nunca se había cruzado. Parecía de su edad y tamaño. Y estaba solo.
-Este se va a enterar -pensó Marcianito Peleón, que llevaba días sin pelea porque todos se habían escondido y tenía ganas de darle bien a alguien.
Marcianito Peleón se acercó hasta el extraño y le dijo, dándole un empujón:
-Estás invadiendo mi territorio, así que más vale que te vayas si no quieres que te dé una paliza. Pensándolo mejor, creo que te voy a dar la paliza de todas formas.
Y echando su enorme cabezota hacia atrás se dispuso a darle al extraño un cabezazo. Pero el extraño se apartó, con tan mala suerte que Marcianito Peleón no tuvo tiempo de frenar y se dio de bruces contra el suelo.
-¡Te vas a enterar! -bramó Marcianito Peleón. Y levantando el brazo fue corriendo hacia el extraño, dispuesto a darle un puñetazo en la cara.
Pero el extraño se apartó. Marcianito Peleón perdió el equilibrio y cayó al suelo, con tan mala suerte que estaba cuesta abajo y bajó rodando durante un buen rato.
Cuando Marcianito Peleón consiguió parar, estaba tan magullado y tan dolorido que se le quitaron las ganas de volver a atacar al extraño. Y así, lleno de golpes, tuvo que volver a casa, sin que nadie se atreviera a preguntarle si necesitaba ayuda, por miedo a ser agredidos.
Desde ese día, Marcianito Peleón ya no se mete con nadie. Y no solo porque no quiere volver a recibir golpes, sino porque se ha dado cuenta de que cuando eres malo con los demás nadie te ayuda cuando lo necesitas.