Había una vez dos hermanas que, aunque se llevaban muy bien, tenían problemas muy a menudo. Martinica, la más pequeña, siempre estaba alegre y contenta, y todo se lo tomaba a broma. Martinoca, la mayor, solía estar de mal humor y cualquier cosa le molestaba. Y es por eso que solían acabar mal.
Como a Martinoca le molestaba todo y Martinica todo se lo tomaba a broma, la mayor solía acabar gritando a la pequeña o haciendo algo que terminara molestándola. Y como eso solía ser difícil, porque cuanto más se enfadaba Martinoca más se reía Matinica, las peleas se prologanban horas y horas.
Un día que Martinoca estaba especialmente malhumorada por un problema que había tenido en el colegio, Martinica llegó con más ganas de bromas de lo habitual. Y como la mayor la vio venir y no quería pagarlas con ella le dijo:
-Más te vale estarte quietecita hoy, que estoy de muy mal humor. Como te pases un pelo te corto la melena. Estás avisada.
Martinoca pensó que la amenaza surtiría efecto, porque su hermana Martinica era muy presumida y tenía en mucha estima su melena. Sin embargo, a la pequeña le hizo mucha gracia la amenaza, tanto que se desternillaba de la risa.
Martinoca se marchó, intentando ignorarla, pero Martinica fue detrás de ella, haciéndole burla y mofándose de sus amenazas.
Y como no podía más, Martinoca cogió unas tijeras y, sin más preámbulos, le pegó un tajo al pelo de su hermana y lo soltó para que se desperdigara por el suelo.
-¿Quieres otro corte, o te vale con esto para darte por enterada? -dijo Martinoca.
Martinica, al ver el destrozo, empezó a gritar y a llorar.
-¡Eres una bruja! ¡Eres una idiota! ¡Eres una amargada! -le decía Martinica a su hermana.
En pleno griterío llegó la madre de ambas de trabajar.
-Veo que ha habido pelea -dijo la madre.
-¡Martinoca me ha cortado el pelo! -dijo Martinica
-Estoy harta de que se ría de mía y de que me tome a broma -dijo Martinoca.
-¿Estás orgullosa de lo has hecho, Martinoca? -preguntó su madre.
-
No -dijo Martinoca-. Ojalá se me hubiera ocurrido otra manera de hacer entender a mi hermana que me molestan sus bromas, sobre todo cuando estoy de mal humor. Tengo un mal día, y lo siento.
-Martinica, lo que ha hecho tu hermana no está bien, y será castigada por ello -dijo su madre-. Pero eso no hará que te crezca el pelo antes. Y como no aprendas a controlar esa risa floja y a respetar a los demás cuando no están para bromas ese tajo que te ha destrozado la melena va a ser el menor de tus problemas.
Desde ese día Martinoca procura tener más cuidado cuando su hermana está de mal humor y reacciona cuando esta le avisa que se está pasando de la raya. Y es que cada uno tiene su propio carácter y hay que saber aceptarlo y respetarlo para poder convivir en paz.