En el pintoresco pueblo de Villaventosa, el cielo se llenaba de colores cada año. Globos
mágicos de todas formas y tamaños surcaban el cielo, llevando consigo a valientes aventureros, deseosos de ganar la carrera más importante del año. ValentÃn y Aura, con sus cascos de piloto y gafas, miraban emocionados. Frodog, con su pañuelo al cuello, ladraba de emoción.
— ¡Este año lo encontraremos el globo perdido del abuelo! —exclamó ValentÃn, ajustando los guantes.
El año anterior, el abuelo de ValentÃn y Aura habÃa participado en la competición, pero
él y su globo habÃan desaparecido misteriosamente y no se habÃa vuelto a saber nada.
— ¡SÃ! Y el abuelo estará orgulloso de nosotros en cuanto nos vea —respondió Aura, acariciando una pequeña foto de su abuelo con su globo dorado.
El despegue fue emocionante. El globo de los hermanos, de un brillante azul, se elevó con gran pericia. Frodog, desde la canasta, olfateaba el aire.
ValentÃn y Aura no participaban en la carrera, pero si iban a unir a ella como acompañantes, como hacÃa mucha gente, porque ese era el único dÃa en el que podrÃan volar los globos mágicos.
— ¡Hacia las Islas Flotantes! —gritó Aura.
Allà es donde se habÃa perdido la pista de su abuelo. A partir de allÃ, desde el aire, tendrÃan que encontrar la siguiente pista. Era todo un reto, pero estaban preparados. Llevaban todo el año entrenando a Frodog para bajarlo colgado desde la cesta del globo y volverlo a subir.
Y eso hicieron cuando llegaron a las Islas Flotantes. Allà fue fácil, porque aquellas islas estaban suspendidas en el aire.
Frodog no tardó mucho en encontrar un pequeño libro.
—¡Es el diario del abuelo! —dijo ValentÃn—. Mira, parece que buscaba algo. Aquà hay un mapa.
—Algo debió pasar para que se le cayera —dijo Aura.
Frodog ladró con asistencia.
—Oh, tal vez, lo dejó aquà porque sabrÃa que vendrÃamos a buscarlo —dijo ValentÃn.
Frodog aulló.
—Muy bien, Frodog, eres un genio —dijo Aura.
Con las indicaciones del diario del abuelo llegaron hasta la Isla del Dragón. AllÃ, en lo alto de una montaña, estaba el globo dorado de su abuelo, custodiado por criaturas mágicas.
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€” Tenemos que ser valientes —susurró Aura, tomando la mano de su hermano.
Con Frodog abriendo camino, consiguieron llegar hasta el globo. Allà encontraron un mensaje de su abuelo. DecÃa asÃ:
"En cada desafÃo, hay una lección. En cada aventura, un descubrimiento. Seguid adelante, siempre".
—¿Dónde está el abuelo? —preguntó Aura.
Frodog ladró y salió corriendo.
El abuelo estaba cerca, en una cueva cercana.
—¡Lo habéis conseguido! —dijo el abuelo.
Después de pasar unos dÃas en aquel lugar, ValentÃn, Aura, el abuelo y Frodog volvieron a Villaventosa. El globo dorado se quedó allÃ, hasta que pudieran volver a buscarlo.
Durante ese tiempo, el abuelo les contó qué hacÃa allÃ, cómo habÃa llegado y por qué era tan importante lo que habÃa ido a hacer allÃ. Peor eso es otra historia.