En el bosque vivían Sara y Cinthia, dos de las tantas urracas que allí habitaban. Sara y Cinthia eran inseparables amigas y tenían mucho en común. La pareja de urracas se deleitaba hablando de todos los habitantes del bosque. Estaban al tanto de todas las novedades y de la vida de todos sus vecinos, vecinos a los cuales también criticaban continuamente.
Al ser aves, Sara y Cinthia tenían la ventaja de que podían posarse en lo más alto de los árboles y desde allí ver absolutamente todo lo que sucedía en el bosque. Algunas veces se ponían juntas en una rama a observar a los otros animales. Otras veces se ponía una en un extremo del bosque y la otra en el opuesto para abarcar una mayor superficie de observación. Sara incluso, muchas veces fingía estar dormida en un árbol para escuchar conversaciones ajenas.
Cuando no estaban mirando lo que hacían los otros animales del bosque, Sara y Cinthia se entretenían intercambiando cotilleos. Las urracas se contaban todos los chismes y novedades del bosque. Sabían que había hecho cada animalito. Sara y Cinthia sabían que familia tendría pronto un nuevo cachorro, sabían quienes se habían mudado recientemente al bosque y también sabían cuál de sus vecinos estaba construyendo una guarida nueva.
Pero no todos eran chismes. Sara y Cinthia también se la pasaban criticando a los otros animales. Para ellas el conejo estaba demasiado gordo. La tortuga era lenta y tonta. La cola de la ardilla era muy peluda y horrible. El pato tenía olor apestoso. Todos tenían un defecto para las urracas Sara y Cinthia.
Las urracas no solo hablaban entre ellas, a veces se divertían regando los chismes por el bosque. Se sentían muy a gusto siendo las que tenían todas las noticias y se las hacían saber al resto. Con las críticas hacían lo mismo muchas veces. Al conejo le contaban cuando apestaba el pato, y al pato le decían lo horrible que era la cola de la ardilla.
Lo que las urracas no tuvieron en cuenta es que, así como ellas hablaban con otros animales, estos también hablaban entre ellos.
J
ulia la tortuga, un día de caminata con su amigo Carlos el pato, se enteró de como las urracas decían que ella era tonta y lenta. Asimismo, ella le contó a Carlos como según Sara y Cinthia él era apestoso. De esta manera fue que poco a poco todos fueron enterándose de como habían sido criticados y juzgados por Sara y Cinthia.
Las urracas Sara y Cinthia de esa manera se ganaron la antipatía de todos los animales del bosque. Todas las evitaban y también evitaban conversar cerca de ellas para no ser oídos.
Una mañana sucedió que Sara y Cinthia estaban entre las hojas de un árbol comiendo algunas moras. A Sara se le cayó del pico la que estaba comiendo, y como estaba muy sabrosa decidió bajar a recogerla.
Al bajar, accidentalmente una de las patas de Sara se enredó entre las raíces del árbol que sobresalían por la tierra. Tras varios intentos de quitarla sin éxito, llamo a su amiga Cinthia, que por más que intento ayudarla, no lo logro.
Cinthia salió a buscar ayuda, pensó enseguida en la ardilla Ernestina, que con sus manitos podría liberar a Sara. Al llegar a la guarida de Ernestina, Cinthia le explicó lo sucedido, la ardilla se reusó a prestar su ayuda, dijo que tal vez su cola era muy peluda y horrible como para serle útil.
Cinthia se sintió muy apenada con lo que Ernestina le manifestó, y nuevamente le suplico ayudarla. La ardilla que era de buen corazón accedió. Fueron juntas hacia donde Sara estaba con su patita atrapada, y Ernestina con sus manos pudo liberarla de las raíces,
Las urracas agradecieron enormemente la acción de Ernestina. Además, se disculparon por lo que habían dicho de su cola.
A partir de esa situación Sara y Cinthia cambiaron de actitud. Ya no se ocupaban de monitorear el bosque en busca de chismes, ni de fijarse en las cualidades de otros animales que podrían criticar.
Ahora Sara y Cinthia se ocupaban de sus asuntos de urracas. Después de lo sucedido se hicieron grandes amigas de Ernestina, y de a poco de muchos otros animales del bosque.
Sara y Cinthia aprendieron a disfrutar y divertirse con los demás y no a costas de ellos.