Las rabietas infantiles son algo muy común en los niños pequeños. Lo que a los adultos nos puede parecer algo insignificante, para ellos puede ser el detonante de una pataleta en público no exenta de gritos, llantos y pataleos.
El porqué de las rabietas infantilesLas rabietas infantiles a menudo empiezan cuando un niño se siente frustrado y todavía no tiene las habilidades lingüísticas necesarias para expresar la frustración de una manera razonable. Los niños entienden mucho más de lo que pueden articular, y cuando no pueden hacerlo, lo manifiestan de esta manera. Ocurre lo mismo cuando no se salen con la suya. La rabieta es como una burbuja que estalla y es impredecible saber qué va a pasar exactamente.
Otro motivo por el que se desencadenan estas rabietas es por cansancio físico. Los niños se cansan enseguida y necesitan descansar aunque a veces nos olvidemos por la energía que desprende. También puede ser un problema de nivel de azúcar o porque no se sientan capaces de hacer lo que se les demanda.
Además, las rabietas también se producen cuando los niños aprenden que son una forma efectiva de presión social y que con ella pueden manipular a los adultos para conseguir lo que desean.
Prevenir las rabietasExisten una serie de buenas estrategias para prevenir las rabietas antes de que tengan lugar:
- Evitar situaciones en las que el niño pueda enfadarse. Esto no significa darle todo lo que quiera, sino evitar que surja la oportunidad de que se enfade. Con el tiempo, sabremos cuáles son las situaciones de mayor riesgo.
- No ignorar constantemente los deseos del niño. Ignorarlo es la manera más fácil de conseguir que intente cada vez más llamar la atención, y la rabieta es una forma de eso. El niño debe sentirse atendido y valorado.
- Ofrecer al niño diversas opciones. Cuando los niños pueden elegir se sienten más adultos e independientes, y puesto que es el niño el que ha elegido, la situación ya no es una imposición de los adultos.
Cómo manejar las rabietasSi a pesar de todo surge una rabieta, todavía se puede hacer algo lidiar con ella. Además hay que tener presente que de todas las rabietas se aprende algo, tanto del niño como de uno mismo, y eso nos ayudará a estar prevenidos en otras situaciones similares.
- Mantener la calma. Cuanto más tensos estén los adultos, peor se pondrá el niño. Estar calmados ayudará a que el niño se calme antes. La ira de los adultos solo empeora las cosas.
- Si es posible, ignorar el comportamiento del niño. Cuando se trata de llamar la atención mediante una rabieta, ignorar su comportamiento es la mejor manera de decir que eso no vale para nada y que no va a conseguir lo que se propone. No siempre es posible, pero suele funcionar muy bien en entornos privados.
- Desviar la atención del niño. Es una buena herramienta para que el niño olvide qué es lo que quiere conseguir.
- Darle al niño un tiempo de espera. El tiempo de espera consiste en dejarlo solo para que no tenga estímulos que alimenten su rabieta. Para ello, hay que evitar que tenga alrededor a otras personas. Si el problema es que el niño está cansado, probablemente se quede dormido y se despierte de mejor humor.
Entender el motivo de la rabieta es fundamental para saber qué hay que hacer. En todos los casos, la paciencia es la mejor arma.