Deimos se habÃa perdido en el espacio. No sabÃa muy bien cómo, se habÃa caÃdo de su nave espacial y estaba flotando con su traje espacial, en medio de ninguna parte.
Cada vez que intentaba identificar un punto de referencia, se daba cuenta de que estaba aún más confundido.
— ¡Vaya lÃo! — suspiró—. Esto es más enrevesado que seguir una receta de cocina escrita al revés.
Flotando a cierta distancia estaba Ohctron, un robot que, como él, se habÃa perdido en el espacio. Cuando escuchó que habÃa alguien más por allÃ, Ohctron encendió sus impulsores y salió a su encuentro.
— Disculpa, humano. ¿Te refieres a una receta de ensamblaje de tornillos? Es lo único que conozco.
Mientras se reÃa de su chiste absurdo, unos ojos robóticos brillaron en su dirección. Era Ohctron, quien, con su cuerpo metálico y aspecto algo desgastado, se acercó titubeante. — Disculpa, ¿necesitas ayuda? ¿Hablabas de recetas de tornillos?
Deimos soltó una risa.
— ¡Qué gracioso! No exactamente. Estoy perdido y trato de encontrar mi camino de regreso a mi nave. Por cierto, ¿por qué flotas aqu�
— Me dejaron atrás — dijo Ohctron. — Dijeron que no era "lo suficientemente serio". ¿Te lo puedes creer?
—Hay gente que no entiende que te puedas tomar la vida con humor, a pesar de todo —dijo Deimos.
—Eso les dije yo —dijo Ohctron—. ¿Sabes que era el mejor en mi trabajo? A pesar de ello, no me quisieron cerca.
—A mà me regañaban siempre por contar chistes y tomarme las cosas a broma —dijo Deimos—. Para mà es importante encontrar la parte divertida de las cosas, ¿sabes?
—Pero ¿eras bueno en tu trabajo? —preguntó Ohctron.
—El mejor —dijo Deimos.
—Entonces, somos dos almas gemelas —respondió Ohctron con una risa robótica.
—En tal caso, dos gracias gemelas, ¡que tú no tienes alma!
Deimos y Ohctron rieron con ganas. Cuando no podrÃa reir más, el astronauta dijo:
—Estaba pensando que si somos tan buenos en lo que hacemos, deberÃamos poder encontrar el camino de regreso a mi nave, ¿verdad?
Ohctron pensó un momento y sus luces empezar a brillar con más intensidad.
—¡Puedo ayudarte! Tengo un sistema de navegación muy avanzado y unos detectores ultramegapotentes. Localizaré tu nave y te llevaré allà gracias a mis impulsores hiperpotentes.
—Me queda poco oxÃgeno, asà que si no llegamos a tiempo, diles a mis compañeros que los últimos minutos de mi vida los dediqué a reÃrme en su honor.
—¡Jajaja! También puedo decirles que me envÃas para que se rÃan conmigo lo que no quisieron reirse contigo.
—¡Ay, Ohctron, qué gracioso eres!
Mientras Deimos agotaba sus últimos minutos de oxigeno riendo con Ohctron, este localizó la nave de su nuevo amigo y ya estaban de camino.
—Gracias, Ohctron —dijo Deimos, antes de cerrar los ojos.
â
€”¡Rápido, humanos! —dijo el robot—. Deimos acaba de perder el conocimiento, pero no está todo perdido. ¡Hay que reanimarlo!
En un abrir y cerrar de ojos, los compañeros de Deimos lo estaban reanimando.
—Vaya, Deimos, creÃamos que te habÃamos perdido —dijo el comandante.
—Ya habÃa enviado a mi gracia gemela robótica para que os persiguiera hasta el infinito y más allá con sus gracias—dijo Deimos—. ¡Aunque él no se cansa nunca!
Por primera vez, todos le rieron la gracia.
—Entonces, ¿ahora tenemos un dos por uno? —preguntó el comandante.
—Más os vale desempolvar el buen humor, porque os va a hacer falta —dijo Ohctron.
—Está bien, pero por cada chiste malo que hagáis a Deimos le arranco un pelo —dijo el comandante.
Deimos lo miró detenidamente y le dijo:
—¡Ah! Ese es tu problema, que como estás calvo, ¡no tienes un pelo de gracioso!
TodavÃa se oyen las risas viajar por el espacio. El dÃa que las oigas, ya sabes de dónde vienen.