A Analín le costó mucho tiempo, y un gran esfuerzo, llegar hasta ZX-300yalgo, el planeta más alejado de la galaxia X-milymucho.
—No sé qué hubiera sido de mí sin ti, Plim —djio Analín a su compañero robot.
Nada más aterrizar, Analín se llevó una gran sorpresa. Como ella había previsto, en contra de la opinión de sus colegas, en ZX300yalgo se podía respirar.
—¡Qué gran descubrimiento, Plim! —exclamó.
Plim y Analín se fueron a dar una vuelta por el planeta, para comprobar que podían instalar la estación de investigación sin problemas. No tardaron mucho en encontrarse con otro ser vivo.
—¿Eres de por aquí? —preguntó Analín.
—No, soy un explorador, supongo que como tú —dijo—. Por cierto, soy Nog, del planeta Sierra.
—Yo soy Analín y este es Plim, mi compañero robot. Somos del planeta Tierra.
—He descubierto una ciudad muy avanzada en este planeta, pero está en peligro—dijo Nog—. Yo solo no puedo hacer nada, pero tal vez entre todos sí logremos algo. Algo terrible va a suceder. La tierra no deja de temblar bajos sus pies y, si no lo paramos, explotará. Y el planeta entero lo hará después.
Nog llevó a sus nuevos amigos hasta un lugar donde se podía aquella ciudad. Analín observó cómo las luces de la ciudad alienígena parpadeaban y la tierra temblaba.
—Tenemos que hacer algo —dijo.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Plim.
—Tengo una idea, venid conmigo —respondió Nog.
Junto se adentraron en el núcleo del planeta. Nog había empezado a cavar un túnel. Entre los tres siguieron cavando, hasta que dieron con una especie de burbuja entre la roca. Allí había una gigantesca máquina con luces parpadeantes que no dejaban de zumbar.
—¡Esa máquina está causando el problema! —gritó Plim.
Analín y Nog miraron a la enorme máquina y luego se miraron entre ellos.
—¿Estás pensando lo mismo que yo, Nog? —preguntó Analín.
Nog asintió.
—Pongámonos manos a la obra—dijo Nog—. Hay que desactivar esta máquina. Seguro que alguien la ha metido aquí para acabar con el planeta poco.
—¡No! —gritó Plimp, mientras analizaba aquel aparato y hacía mediciones—. Mirad esto. Esta máquina no es maligna, solo está averiada. Parece una fuente de energía. No sabemos lo que pasará si la apagamos.
—Entonces, tendremos que repararla —dijo Nog.
Entre los tres se pusieron manos a la obra y, tras varios días de trabajo, lograron reparar aquella máquina. La ciudad dejó de temblar y todo volvió a la normalidad.
Cuando salieron del túnel, Analín, Plim y Nog se encontraron con los habitantes de la ciudad, que los aclararon como héroes.
—Gracias, habéis salvado la ciudad y el planeta —dijo el portavoz—. Sois bienvenidos en nuestra ciudad.
Analín, Plim y Nog aceptaron la invitación. Entre los tres aprendieron muchas cosas sobre la tecnología de aquella ciudad y les ayudaron a mejorar algunas máquinas que no funcionaban bien.
De momento siguen allí, aprendiendo, ayudando y, sobre todo, ¡haciendo amigos!