La Tierra, año tres mil y a saber cuantos. En su habitación, Lila miraba el cielo y soñaba con ir a la Luna y explorar el universo. En las noticias contaban todos los días historias de personas que viven allí, en las colonias lunares.
—Algún día, yo estaré allí —dijo Lila al cielo.
Quién saber si sería el destino, la suerte o la mano amiga a algún ser que escuchó a Lila aquel día, pero al día siguiente una inesperada visita lo cambió todo.
—Soy la Señorita Lunipepis y vengo a comunicar a la niña Lila que podrá visitar la Base Lunar Alfa y aprender sobre la vida en el espacio gracias a la beca internacional de la
SIPROCIJOPRO, la Sociedad Interplanetaria para la Promoción de la Curiosidad Infantil para Jóvenes Promesas.
Lila estaba encantada con aquella idea.
Cuando Lila llegó a la luna, conoció un robot inteligente que la ayudaría en su aventura lunar. Y a Jasper, otro niño como ella, pero que había luchado por aquella beca por un motivo muy diferente: quería encontrar a su desaparecido, un científico que trabajaba en un proyecto secreto.
—Bienvenidos a la Base lunar Alfa, Lila. Soy profe Luna, vuestro profesorrobot. Estoy aquí para enseñaros todo sobre la vida en la Luna y para guiaros en vuestros descubrimientos.
Mientras exploraban juntos, Lila, Jasper y Profe Luna encontraron una extraña puerta oculta en una cueva. Al abrirla, descubrieron la Ciudad Selenita, un lugar secreto y mágico habitado por criaturas lunares amigables.
Los selenitas les contaron que la luna escondía un secreto que podría cambiar el destino de la humanidad.
—¿Tiene que ver algo con un proyecto llamado “Tecnología Lunar”? —preguntó Jasper.
Los selenitas asintieron.
—¿Cómo sabes tú eso? —preguntó Lila.
Jasper les enseñó a una nota de que guardaba de su padre, la nota por la que había ido a buscarlo.
—Lo encontré en una nota de que mi padre dejó en su escritorio antes de desaparecer —dijo Jasper.
—Profe Luna, tenemos que encontrar al papá de Jasper —dijo Lila.
—Por supuesto —dijo Profe Luna.
Con la ayuda de los selecnitas, Lila, Jasper y Profe Luna descubrieron que el malvado General Cráter había obligado al padre de Jasper a trabajar en un proyecto que podría controlar el clima y los recursos naturales de la Tierra.
—¡No podemos permitir que el General Cráter se apodere de la Tierra! —exclamó Lila—. Tenemos que detenerlo.
El curioso grupo se dirigió se dirigieron al Palacio del General Cráter, ubicado en un cráter gigante. Allí, se enfrentaron al villano y a sus secuaces.
—¡Ríndete, General Cráter! —gritó Lila—. No permitiremos que uses la tecnología lunar para conquistar la Tierra.
El General Cráter soltó una risa malvada mientras inmovilizaba a Profe Luna con un látigo de luz ultralunar.
¡No podréis detenerme! Una vez que controle la Tierra, todos me obedecerán.
Pero Lila y Jasper no se dieron por vencidos. Entre los dos desactivar la tecnología lunar y salvar al papá Jasper y a Profe Luna de las garras del General Cráter.
—¡Lo logramos! —gritaron todos.
Con la amenaza del General Cráter neutralizada, Lila, Jasper, su padre y Profe Luna regresaron a la Ciudad Selenita para celebrar su victoria. Los selenitas agradecieron a los jóvenes héroes y les otorgaron la medalla de honor lunar.
Antes de volver a la Tierra, Lila, Jasper y su padre pactaron con Profe Luna no contar nada a nadie.
—Sé que os gustaría ser héroes, pero ahora es más importante guardar el secreto, hasta que sepamos más sobre cómo evitar que esto vuelva a ocurrir.
Todos prometieron no decir nada. Era tentador que los recibieran como héroes, pero era mucho más importante salvar el futuro de la humanidad.
Ellos sabían que era héroes. Y con esa satisfacción bastaba.