Brujelia, la bruja sanadora
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Brujelia, la bruja sanadora

Edades:
A partir de 4 años
Brujelia, la bruja sanadora Brujelia era una joven bruja que vivía sola en una pequeña cabaña cerca de un camino muy transitado. A pesar de ello, pocos se atrevían a acercarse hasta allí. Al fin y al cabo, era una bruja.

La joven Brujelia se ganaba la vida vendiendo en los mercados pócimas, filtros y ungüentos de todo tipo.

Un día, mientras se dirigía a uno de los mercados, Brujelia se encontró con una anciana que necesitaba ayuda.

—Mi marido, mi hijo y mi nieto están gravemente enfermos, y ninguno de los médicos de la ciudad quiere ayudarlos. Y tampoco tenemos dinero para medicinas —le dijo la anciana.

—Iré a verlos cuando acabe la jornada —dijo Brujelia.

—Tal vez para entonces sea demasiado tarde —dijo la anciana.

Brujelia acompañó a la anciana hasta su casa. Al verlos, Brujelia recordó la receta de una vieja pócima de su abuela, la gran Bruja Estropuja, y la preparó.

Al cabo de un rato, los enfermos empezaron a sentirse mejor.

Brujelia dejó más poción en la casa de la anciana y se marchó.

Ese día no vendió nada, así que no pudo comprar nada para cenar. Se tuvo que conformar con un poco de pan duro remojado en la poca leche que le quedaba.

Al día siguiente, Brujelia se encontró con un niño que le pidió ayuda a curar a su mamá.

—Estamos ella y yo solos, y no sé qué hacer para ayudarla —dijo el niño—. Somos pobres y no sé qué hacer.

Con gran pesar, pues no había desayunado más que unas bayas silvestres, Brujelia acompañó al niño a su casa. Cuando vio a la mujer, enseguida recordó la receta de un ungüento de su abuelo, el gran Brujo Tortujo, y la preparó.

El ungüento empezó a hacer efecto muy pronto, así que Brujelia preparó un poco más para que se lo siguiera poniendo.

Ese día Brujelia tampoco llegó a tiempo al mercado, así que se volvió a casa sin dinero para comprar nada de comer.

—Tendré que hacer sopa de hierbas silvestres —se decía.

Pero al llegar a casa, Brujelia se encontró una gran cesta en la puerta con una nota que decía:

—Gracias a ti estamos todos bien. En la cesta encontrarás lo único que podemos ofrecerte como pago por tu ayuda. Esperamos que te guste.

En la cesta había manzanas, higos, una botella de leche y pan recién hecho.

Brujelia se puso muy contenta.

YBrujelia, la bruja sanadora a la mañana siguiente, el niño al que había ayudado se presentó en su puerta para llevarle queso y magdalenas.

Fue corriendo la voz y cada vez más personas sin recursos le pedían ayuda a Brujelia. Ella siempre les ayudaba, sin pedir nada a cambio. Pero todas las noches, al volver a casa, encontraba algo en su puerta.

La noticia llegó hasta el gobernador, que le ofreció toda su riqueza si curaba a su esposa.

Brujelia accedió y, cuando la mujer se curó, le pidió al gobernador que repartiera lo que le había prometido entre todos los vecinos.

A partir de entonces ni a Brujelia ni a nadie más le faltó de nada.

Ahora Brujelia es rica, pero no en dinero, sino en amor y atención. Porque, aunque todos siguen buscándola cuando tienen problemas, también la quieren, la cuidan y se preocupan por ella.
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