Corría el año 50 cuando, en algún lugar de China, nacía Cai Lun. Nadie podía saber por entonces que, con su gran invento, este muchacho cambiaría la historia de China y del mundo entero.
A los 15 años Cai Lun entró al servicio del Emperador como eunuco. Como era un chico muy diligente y trabajador, Cai Lun se convirtió pronto en uno de los eunucos favoritos de los emperadores a los que sirvió, que fueron muchos. Cai LLun ascendió varias veces, incluso llegó a recibir, con el tiempo, el título de duque.
A lo largo de su extenso servicio en la corte, Cai Lun fue el encargado de fabricar instrumentos y armas para la familia real. Esto despertó su curiosidad por la fabricación de objetos y, a base de trabajo, constancia y diligencia, Cai Lun fabricó objetos de gran calidad.
Pero la gran aportación de Cai Lun a la historia llegó tras 40 años sirviendo a la Familia Real. Hasta ese momento, los escritos quedaban grabados sobre tablillas, telas, pieles y otros materiales que resultaban caros y, muchas veces, difíciles de manejar y almacenar. Unos siglos antes había empezado a fabricarse un material nuevo, más fino y manejable, un papel a base de cáñamo. Pero encontrar este papel de cáñamo era difícil, porque la tecnología era muy rudimentaria, lo que suponía mucho tiempo y esfuerzo.
Este invento llamó la atención de Cai Lun, quien decidió mejorar la tecnología para su elaboración. Tras varias investigaciones, Cai Lun hizo pruebas con cortezas de árboles, trapos de tela y restos de redes de pesca como materia prima.
Lo que hizo Cai Lun fue triturar todos estos elementos. Luego los sumergía en agua durante mucho tiempo para que se ablandaran. Cuando el material estaba suficientemente blando, Cai Lun lo trituraba para hacer una pasta. Posteriormente, el eunuco calentaba la pasta y la extendía en unos moldes en capas muy finas que ponía a secar bajo el sol. Así Cai Lun obtenía un papel sobre el que se podía escribir.
Cuando Cai Lun presentó el invento al emperador, este se sintió muy complacido con el invento. Corría el año 105. El emperador, con gran visión, ordenó que el papel y el proceso para elaborarlo fueran adoptados en toda China. Posteriormente, con el paso de los siglos, el invento se extendería por todo el mundo, facilitando así el intercambio de culturas y el progreso de la civilización.