Wilmer era un famoso astronauta que se había aventurado a viajar adonde ninguna otra persona había llegado jamás. Aun sabiendo los riesgos que corría, Wilmer se había acercado peligrosamente a planetas en los que la vida era imposible y había explorado personalmente todos aquellos en los que pudo posar sus pies.
En sus innumerables viajes, Wilmer había hecho grandes descubrimientos y había tenido la oportunidad de contemplar maravillas inimaginables y de experimentar sensaciones únicas.
Pero con el tiempo Wilmer se hizo mayor y, aunque se cuidaba mucho, llegó un momento en el que tuvo que dejar de explorar el espacio porque ya no era seguro para él.
-¿Te vas a rendir? -le decían algunos conocidos.
-No me rindo -contestaba Wilmer-. Simplemente me he dado cuenta de que ha llegado el momento de parar.
-Tienes miedo, seguro -le respondían-. Deberías seguir hasta el final.
Pero Wilmer sentía que podía aportar mucho más si se quedaba en tierra. El astronauta recibió muchas ofertas para trabajar como profesor universitario o para participar en algún programa de investigación. Pero ninguna de esas cosas le llamaban la atención. Le ofrecían mucho dinero, pero Wilmer no lo necesitaba, porque ya había ganado más de lo que podría gastar.
Lo que hizo Wilmer fue dedicarse a contar sus historias a los niños. En sus largos viajes por el espacio, Wilmer había puesto por escrito todas sus aventuras y descubrimientos. Pero en vez de escribirlas en forma de diario o de informe, el astronauta había narrado todo en forma de cuento.
Entre realidad y fantasía, Wilmer empezó a abrir la puerta a los secretos del universo a niños de todo el mundo, con los que comparte todo lo que ha aprendido en su viajes.
Dicen que, en secreto, Wilmer está preparándose él solo una nave espacial para hacer su último viaje. Si tienes la suerte de encontrar al astronauta cuentacuentos no te pierdas detalles de sus historias. Nunca se sabe cuándo podría contar la última.