En un país muy muy lejano todos los pájaros eran negros. Estaban un poco cansados, porque les costaba mucho diferenciarse entre sí. Los pájaros tenían a sus crías y se confundían al alimentarlas, los habitantes no querían tener pájaros en su casa porque no daban tanto color como las flores y pensaban que el negro no traería buenas noticias.
Un buen día uno de los pájaros de más edad decidió hacer una reunión y convocar a todos los pájaros adultos para intentar hacer algo y cambiar de color. Todos los pájaros estuvieron dispuestos y acudieron tras la hora de la comida, llenándose el cielo de una enorme manta negra al volar todos juntos hacía el lago del bosque donde se celebraba el encuentro.
El viejo pájaro inició la reunión y comentó las ideas que se le habían ocurrido:
-Queridos hermanos pájaros. Ya sabéis que no hemos tenido la suerte como nuestras hermanas las flores de tener las plumas de bellos colores. Esto es algo que queremos cambiar. Para ello he pensado hablar con la madre naturaleza, las hadas de las estaciones, el sol, la luna y las estrellas para que nos ayuden.
Ante la propuesta todos los pájaros empezaron a aplaudir con gran energía.
-¡Qué buena idea! -gritaban algunos.
-Como yo solo no voy a poder hablar con todos -continúo hablando el pájaro-, necesito que varios voluntarios os ofrezcáis para acercaros a hablar con todos ellos. Yo me encargaré de encontrar a la madre naturaleza.
Muchos pájaros se ofrecieron y, al final, tras tener a los seleccionados, acordaron verse todos al pasar un mes.
Y así fue como el sol acordó dar a través de sus rayos color naranja a sus picos, la luna con sus haces de luz dotar a muchos de ellos de plumas azules. Las hadas de las estaciones, divertidas por la situación inesperada, acordaron que aquellos que tuvieran colores primaverales tendrían que pasar más tiempo con las flores y estas les irían pasando color poco a poco. El hada del verano decidió hacer un hechizo para pasarles los colores más vivos a algunos de ellos, y así es como el loro tiene multitud de colores y todos ellos tan llamativos. Todas colaboraron, menos el invierno, que quiso guardar a algunos de sus pájaros de color negro, pájaros que más adelante se llamaron cuervos.
C
uando pasó el citado mes y se juntaron todos, aquella reunión fue una enorme fiesta, pues los pájaros ya eran capaces de diferenciarse unos a otros. Todos se gustaban y disfrutaban de sus nuevos plumajes y no pararon de piar hasta que llegó el pájaro anciano y les dedicó unas palabras.
-Queridos pájaros. Me alegro de que este mes hayamos conseguido nuestro objetivo contando con el resto de hermanos de nuestra naturaleza. Como sabéis yo era el encargado de hablar con la madre naturaleza y ella ha permitido todo esto si se cumple una única norma.
Todos los pájaros escucharon sin respiración y sin hacer ruido para escuchar que norma era.
-Que nos respetemos unos a otros y que no hagamos daño a ninguno de nuestros hermanos. En el momento que esto se incumpla todo cambiará.
Todos los pájaros estuvieron de acuerdo y desde entonces se cuidan unos a otros y muestran al mundo sus bonitos plumajes.