Léonel era la estrella del zoo de Villanimalia. Con su melena dorada y su mirada curiosa, siempre despertaba la admiración de los visitantes. Sin embargo, detrás de su apariencia valiente, Léonel ocultaba un gran miedo: ¡los ruidos fuertes!
Cada vez que un niño reía a carcajadas o un elefante trompeteaba, Léonel se sobresaltaba y buscaba refugio en su cueva.
Pero como Léonel hacía tantos aspavientos, todos le aplaudían, pensando que era parte del espectáculo.
Un día, Léonel decidió aventurarse más allá de los límites de su cueva. Así que empezó a cavar un túnel para salir de su recinto cuando el zoo estuviera cerrado.
Cuando llegó el momento, Léonel salió y comenzó su aventura.
Mientras caminaba por los senderos del zoo, se encontró con Ramono, un mono risueño y travieso que conocía de toda la vida. Ramono tenía una cola larga y enredada que siempre estaba en movimiento.
—¡Hola, Léonel! ¿Qué te trae por aquí? — preguntó Ramono con una amplia sonrisa.
Léonel explicó tímidamente que deseaba superar su miedo a los ruidos fuertes y vivir nuevas y emocionantes aventuras.
—¡Eso suena genial! — exclamó Ramono emocionado—. ¡Estoy aquí para ayudarte, amigo! Juntos viviremos la mejor de las aventuras"
Decididos a encontrar una solución, Léonel y Ramono se adentraron en el zoo en busca de Simón, una jirafa sabia a la que todos recurrían cuando tenían algún problema.
Después de un rato de búsqueda, encontraron a Simón de pie junto a un árbol alto y frondoso. Simón los miró con una sonrisa y Léonel le explicó su temor.
—Léonel, el miedo es como una nube pasajera en el cielo —dijo Simón con su voz serena—. Igual que la nube se va, tú también puedes dejar ir tu miedo si descubres la valentía que llevas dentro.
Inspirado por las palabras de Simón, Léonel decidió enfrentar su miedo de una vez por todas. Se unió a Ramono y juntos se aventuraron más profundo en el zoo.
—Vamos a ver a las hienas —dijo Ramono—. Son amigas mías, y estoy seguro de que harán mucho ruido para ti sin hacerte daño.
Léonel y Ramono se dirigieron a la zona de las hienas, donde una gran manada jugueteaba y reía. Léonel sintió un escalofrío al acercarse, pero se recordó a sí mismo que debía enfrentar su miedo. Las hienas, al ver a Léonel, se detuvieron y lo observaron con curiosidad.
—¡Hola, amigas hienas! —exclamó Ramono con entusiasmo—. Léonel está aquí para superar su miedo a los ruidos fuertes. ¿Podrían ayudarnos?
Las hienas, con sus ojos brillantes y sonrisas traviesas, aceptaron el desafío encantadas. Comenzaron a reír y a hacer todo tipo de sonidos estruendosos. Sus risas y rugidos resonaron por todo el zoo.
Léonel, al principio, se sintió inquieto, pero poco a poco se dio cuenta de que los ruidos no representaban ningún peligro. Su corazón latía al compás de la diversión, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
—Vamos, amigo, vamos a ver a otro de mis amigos —dijo Ramono.
La siguiente parada les llevó hasta Fanti, un elefante travieso y juguetón. Fanti tenía grandes orejas y una trompa curiosa que siempre estaba en movimiento.
—¡Hola, amigos! ¿Qué os trae por aquí? —preguntó Fanti con una sonrisa traviesa.
Léonel explicó su deseo de superar su miedo a los ruidos fuertes. Fanti, con una mirada picarona, le dijo:
—Prepárate, voy a cantar, a mi manera.
F
anti tomó aire y empezó a barritar con tanta fuerza que hasta el suelo tembló bajo sus pies.
Léonel no puedo aguantar ni un segundo y se fue corriendo a buscar un refugio. Pero Fanti insistió y siguió con su peculiar canto.
El león cogió aire y salió de su escondite. Sabía que Fanti solo quería ayudarle, y que no corría ningún peligro.
Con mucho esfeurzo, consiguió llegar hasta Fanti. Sacó pecho y le escuchó hasta que terminó.
—Gracias por tu canción, Fanti —dijo Léonel.
—Un placer cantar para vosotros, volved cuando queráis —dijo el elefante.
—Deberíamos volver antes de que alguien se dé cuenta de que no estoy en mi recinto—dijo Ramono.
—Mañana te llevaré a ver más amigos que te ayudarán a superar tu miedo a los ruidos —dijo Ramono.
Desde entonces, los dos amigos recorren el zoo cuando no hay nadie para que Léonel supere sus miedos.
Aunque todavía no lo ha superado del todo, Léonel se enfrenta con valentía a los ruidos y, aunque no le gustan, cada vez le cuesta menos mantenerse firme.
Gracias a Ramono, Léonel no solo tienen menos miedo, ¡también tiene muchos más amigos!