Llegó el verano y Carlitos y su familia se fueron a la playa de vacaciones. Alquilaron una casa cerca del mar desde la que se veía un antiguo faro.
Tras un día de playa, Carlitos y su familia pasearon muy cerca de aquel faro. Carlitos lo observó detenidamente y vio unas sombras muy extrañas.
- ¿Habéis visto eso? ¡Vayamos a ver qué hay allí! – dijo a su familia.
Pero todos lo miraron con cara de susto y le dijeron:
- No vamos a ir. En el pueblo se rumorea que en él vive un hombre muy misterioso y peligroso.
Al día siguiente, Carlitos no podía quitarse de la cabeza a ese hombre. Era tan curioso que sus ganas de saber qué pasaba allí crecían cada vez más.
Así que esa noche, cuando todos dormían, Carlitos salió de casa sin que nadie se diese cuenta y fue a investigar.
- Voy a esconderme en estas rocas y desde aquí observaré de cerca al hombre del faro– pensó.
Y así hizo. Buscó un escondite y allí estuvo durante horas hasta que vio como aquel hombre salió del faro.
- ¡Oh! ¡No! ¡Me va a pillar aquí! – pensó Carlitos.
Salió de su escondite y echó a correr, pero, de un tropezón, cayó al suelo y quedó atrapado en un gran agujero.
Carlitos no podía salir de allí, así que empezó a gritar.
- ¡Socorroooooo! ¡Socorrooooo!, ¡¡Que alguien me ayude!! – gritaba.
Y, de repente, un señor muy mayor y bastante feo asomó la cabeza por el agujero.
- Pero, ¿Qué haces ahí? – preguntó sorprendido.
El hombre consiguió sacar a Carlitos con ayuda de unas cuerdas y, cuando por fin Carlitos estuvo a salvo, le dio las gracias a aquel hombre y este le respondió:
- ¡No te preocupes, niño! ¡Estamos para ayudar! Si quieres ven un día puedes pasarte por el faro y te lo enseño
Carlitos se quedó muy sorprendido y le preguntó:
- ¿Usted es el misterioso hombre del faro? Decían que era un hombre muy peligroso...
Y, aquel anciano, muerto de risa, le explicó que era un hombre totalmente inofensivo.
- Solo soy un pobre viejo que vive solo en un faro hijo. No tienes nada que temer.
- Vaya… lo siento - dijo Carlitos avergonzado-
- No tienes que disculparte. A la gente le gusta inventar, ya sabes.
Carlitos le dio las gracias una vez más y prometió ir a hacerle una visita a su faro antes de volver a casa.
Una vez allí, contó a su familia lo ocurrido y todos decidieron que le acompañarían a Carlitos en su visita al faro para darle las gracias al hombre por lo que había hecho. Gracias a ello todo el pueblo supo la verdad sobre aquel hombre que jamás mereció que nadie inventase historias malas sobre él.