El jardín mágico de Lasha
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El jardín mágico de Lasha

Edades:
A partir de 6 años
El jardín mágico de Lasha En un rincón secreto del bosque, donde los árboles parecían susurrar entre ellos antiguas historias, Andrea, Ricardo y Clara caminaban con paso decidido. El sol colaba sus rayos entre las hojas, creando un manto de luz y sombra en su camino.

— ¡Mira eso! —exclamó Clara, señalando hacia un arco de piedra cubierto de enredaderas y musgo.

Los tres amigos se acercaron con cautela. Andrea tomó la iniciativa y cruzó el arco.

El mundo cambió a su alrededor. El aire estaba impregnado de un aroma dulce, y las plantas brillaban con luces de diferentes colores, como pequeñas luciérnagas atrapadas entre las hojas.

Ricardo, asombrado al ver lo que ocurría desde el otro lado, olvidó por un momento su antiguo temor a las plantas y se adentró en el jardín, seguido de cerca por Clara.

— ¡Bienvenidos al jardín mágico de Lasha! —dijo una voz suave detrás de ellos. Al voltear, vieron a una hermosa ninfa con cabello verde como el pasto fresco y ojos que reflejaban el azul del cielo.

Era Lasha.

— El jardín está en peligro —continuó Lasha, con una tristeza evidente en su voz—. He perdido parte de mi esencia mágica y, con ella, el jardín está perdiendo su luz.

Andrea sintió una punzada en el corazón.

— ¿Cómo podemos ayudar? —preguntó.

Lasha los condujo hasta un estanque brillante. Al mirar dentro, los reflejos les mostraron momentos de sus vidas, algunos felices, otros dolorosos.

— Para salvar el jardín, cada uno de vosotros debe enfrentarse a su pasado —explicó Lasha.

Clara vio el momento en que fue encontrada en el bosque, abandonada. Las lágrimas rodaron por sus mejillas, pero con el apoyo de sus amigos, enfrentó ese recuerdo y aceptó su conexión especial con la naturaleza.

Ricardo, respirando hondo, enfrentó su temor a las plantas, recordando el día en que fue herido. Pero se dio cuenta que con el tiempo y el amor de sus amigos, podía superar esa vieja herida. Ya lo había hecho al cruzar el arco, y sabía podía hacerlo de nuevo.

Y Andrea, con una sonrisa amarga, recordó los días felices en el jardín con su abuela. Aceptando la pérdida, pero también los hermosos recuerdos, pudo encontrar paz en su corazón.

AEl jardín mágico de Lasha medida que cada uno enfrentaba y superaba sus miedos y traumas, el jardín empezó a brillar con más fuerza, y Lasha, con lágrimas en los ojos, recuperó su esencia mágica.

— Gracias —susurró, abrazando a los tres amigos.

El jardín, lleno de vida y magia una vez más, se despidió de los niños con un coro de susurros de las plantas y canciones de los animales. Los tres amigos, con el corazón lleno de gratitud y valentía, regresaron al bosque, llevando consigo la magia y las lecciones aprendidas en el jardín de Lasha.

Y así, en un rincón escondido del bosque, el jardín mágico de Lasha sigue brillando, recordándonos la importancia de enfrentar nuestros miedos, aceptar nuestro pasado y encontrar la magia en los momentos más inesperados.
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