El marcianito mentiroso
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El marcianito mentiroso

Edades:
A partir de 4 años
El marcianito mentiroso Había una vez un marcianito llamado Verdecín que jugaba alegremente en el espacio, saltando de asteroide en asteroide. Era muy divertido. En esa galaxia había muchos. Era un campo de asteroides al que los pequeños marcianos iban a jugar, como si fuera un parque. Una nave sacaba a los pequeños marcianitos del planeta todas las tardes y los llevaba allí para que se divirtieran.

Pero había que tener cuidado, porque si no se saltaba con cuidado el asteroide se podía mover. Y si el asteroide se movía se podía chocar con otro. Y quién sabe qué pasaría entonces.

Verdecín sabía que tenía que saltar con cuidado. Pero a él le daba igual. Saltaba y saltaba y no se fijaba. Y como nunca pasaba nada, Verdecín no se tomaba en serio las advertencias de los demás marcianitos.

Un día Verdecín estaba saltando con mucha fuerza, como a él le gustaba. Pero con tan mala suerte que cayó sobre un asteroide más blandito de lo habitual y lo movió. Al moverse le dio a otro asteroide. Y con el impulso le dio a otro, y a otro, y a otro más. Y empezó un baile de asteroides muy peligroso.

Todos los marcianitos tuvieron que volver a su planeta, incluido Verdecín.

-Vamos, marcianitos, que aquí corréis peligro -les llamó el conductor de la nave-. Hay que volver a casa.

Cuando todos estuvieron de vuelta, el jefe de los marcianos fue a ver a los niños y les preguntó qué había pasado. Pero ninguno sabía nada. Y Verdecín, que era el único que sabía lo que había pasado, no abrió la boca.

-Debemos saber qué ha pasado para poder buscar una solución -insistió el jefe de los marciano.

Pero Verdecín siguió sin decir ni pío.

EEl marcianito mentirososa misma noche todos los marcianitos tuvieron que abandonar el planeta. Un asteroide algo más blandito de lo habitual que se hacía grande por momento se dirigía al planeta. Ninguna de las medidas de defensa habituales funcionaba, porque ese asteroide era diferente de los demás.

Si Verdecín hubiera dicho lo que pasó los mayores podrían haber hecho algo para arreglarlo. Pero cuando se dieron cuenta ya era demasiado tarde. Nadie castigó a Verdecín, porque nadie supo nunca lo que había hecho. En su lugar, todos fueron castigados a abandonar su planeta ya vivir en naves espaciales durante muchos años, hasta que encontraron un lugar donde vivir.
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