El misterio de la hermandad de los “voladores” de sueños
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El misterio de la hermandad de los “voladores” de sueños

Edades:
A partir de 4 años
El misterio de la hermandad de los “voladores” de sueños En medio del gran reino de SueñoRotos había una gran fortaleza habitada por la hermandad de los “voladores” de sueños. Los hermanos “voladores” entraban y salían de su fortaleza, pero nadie sabía a dónde iban o qué hacían. En sus manos siempre llevaban algo cubierto con una tela que impedía que los curiosos vieran lo que había debajo.

Muchos eran los que intentaban acercarse y descubrir lo que los hermanos llevaban, pero nadie había conseguido averiguarlo.

Un día, un joven vecino del reino llamó a la puerta de la fortaleza.

-- ¿Quién va? —preguntó el guardián.

—Uno que desea entrar en la hermandad de los “voladores” de sueños —dijo el muchacho.

—Aquí solo entran aquellos que se ganan un lugar —contestó el guardián.

—Y ¿cómo consigo un lugar en la hermandad? —preguntó el chico.

—Si te corresponde, lo sabrás —dijo el guardián.

—Pero deseo de corazón formar parte de la hermandad —insistió el joven aspirante.

El guardián le dijo:

—Ni siquiera sabes lo que hacemos aquí, así que mejor será que te vayas.

El muchacho se alejó de allí, muy triste porque no había conseguido entrar en la hermandad, y más aún por no haber descubierto a qué se dedicaban los hermanos “voladores”.

Y como tenía tanto interés, el joven decidió esconderse y seguir al próximo hermano “volador” que saliera de la fortaleza.

Pasaron muchos días hasta que el chico vio salir a uno de los hermanos. Con mucha discreción y guardando una buena distancia, el muchacho lo siguió. El hermano caminó durante horas hasta llegar a una pequeña aldea. Allí dejó la carga que llevaba entre las manos y le quitó la tela que la cubría.

El chico descubrió, sorprendido, que no había nada. Sin embargo, una niña metió en él un pájaro. El hermano cubrió la jaula con la tela y regresó a la fortaleza.

El joven curioso no entendió nada de aquello, pero estaba seguro de que había algo que se le escapaba. Así que se quedó escondido, esperando a ver qué pasaba. Días después, el mismo hermano que había seguido salió con su carga cubierta con una tela. El chico lo siguió y, como esperaba, fue a la misma aldea de la última vez.

La niña que le había entregado el pájaro lo recibió con mucha alegría.

El hermano destapó la jaula, cogió el pájaro en sus manos y lo lanzó al aire. El pájaro voló lejos y lo perdieron de vista.

—Gracias, hermano —dijo la niña.

El hermano “volador” volvió a cubrir la jaula y se marchó.

El chico estaba impresionado, pero no entendió nada. Así que se acercó al hermano “volador” y le dijo:

El misterio de la hermandad de los “voladores” de sueños—¿Por que os llamaban “voladores” si lo que hacéis es curar pájaros?

El hermano lo miró y le dijo:

—No soltamos pájaros, sino que hacemos volar los sueños. Mucha gente encierra sus sueños en su corazón y, cuando los quiere hacer realidad, no pueden. Son como pájaros encerrados que se olvidan de cómo volar y, cuando les abres la puerta, no quieren salir.

—Yo también quiero ayudar a la gente de SueñosRotos a hacer volar sus sueños, hermano —dijo el chico.

—Ven conmigo, y aprenderás —dijo el hermano.

Y así fue como el joven curioso entró a formar parte de la hermandad de los “voladores” de sueños.

Dicen que todavía queda algún hermano “volador” ayudando a la gente a liberar sus sueños encerrados. Tal vez, tú también conozcas a alguno o, quién sabe, tal vez te unas a la hermandad un día de estos.
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