El misterioso robo del camello de Melchor
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El misterioso robo del camello de Melchor

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El misterioso robo del camello de Melchor Hace mucho tiempo, cuando todavía no había cabalgata de Reyes, iban Melchor, Gaspar y Baltasar cargados de regalos para los niños de todo el mundo. Iban tan cargados que tuvieron que hacer un alto en el camino para descansar. Pero todos los hoteles, hostales, albergues y campings estaban llenos, así que tuvieron que dormir en un pajar que les dejaron unos campesinos.

-¡Mira qué gracia! ¡Como Jesús cuando nació! -dijo Gaspar.

-¡Qué tiempo aquellos! -exclamó Baltasar-. Entonces solo cargábamos con un cofre cada uno.

-Descansemos, amigos, que todavía nos queda mucho camino por delante -dijo Melchor.

Los tres descansaron y se levantaron temprano para seguir su camino. Pero cuando fueron a buscar los camellos, el de Melchor había desaparecido, junto con todos los regalos que llevaba.

Los Reyes Magos preguntaron a las gentes del lugar, pero nadie sabía nada. Poco a poco la gente fue desapareciendo.

-¡Qué sospechoso es esto! -dijo Melchor.

-¡Seguro que se han compinchado para robarnos y no les ha dado tiempo más que a coger tu camello! -dijo Baltasar.

-No podemos despistarnos, por si nos roban los demás camellos mientras buscamos al que se ha perdido -dijo Gaspar.

-¡Seguro que hay una explicación para todo esto! -exclamó Melchor.

-¡Claro que la hay! ¡Que no ya queda gente buena por el mundo! -dijo Baltasar.

-¡No sé ni para qué nos molestamos en repartir regalos! -dijo Gaspar.

Entonces llegó un grupo de personas. El más anciano del grupo dijo con voz tímida:

-Hemos encontrado algo que os pertenece.

Y les entregó la silla del camello.

-¡Oh, no! ¡Mi pobre camello! ¿Qué le habéis hecho, panda de rufianes? -dijo Melchor.

-Su camello está bien, rey Melchor. La silla estaba junto a él. Venid y lo veréis con vuestros propios ojos -dijo el hombre.

LEl misterioso robo del camello de Melchoros Reyes Magos y los dos camellos fueron con esos hombres, pero sin perder ojo, por si acaso era un treta. Cuando llegaron a donde les llevaban, Melchor encontró su camello tumbado, rodeado de niños que lo cuidaban y acariciaban. Los regalos permanecían amontonados a un lado. Nadie había tocado nada.

-El camello llegó aquí anoche y se desplomó -dijo el anciano-. Estaba cansado y dolorido. Los niños le quitaron la silla y le han cuidado toda la noche.

Los Reyes Magos se dieron cuenta de su error. Desde entonces, no cargan tanto a los camellos para que no se lastimen. Tampoco juzgan a nadie sin saber primero lo que ha pasado. Han aprendido que sí que hay gente buena en el mundo, pero que es difícil descubrirla cuando la tratas mal y desconfías sin tener por qué.
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