Había una vez un bosque lleno de hermosos árboles. Desde hacía tiempo vivía en él un ogro. La gente tenía tanto miedo de él que había dejado de visitar el bosque. Pero este ogro no era malvado, y no comía niños, como decía la gente. Este ogro era vegetariano y era muy sensible. Amaba la belleza por encima de cualquier otra cosa. También era un gran aficionado a la lectura y tenía una gran biblioteca en el interior de su cueva.
El ogro había plantado un hermoso jardín de flores en la entrada de su cueva y cultivaba su propio huerto. Poco a poco, los alrededores de su vivienda se habían llenado de hermosas mariposas de colores. Una de sus grandes aficiones era entrenarlas para que formaran bonitas figuras en el aire.
Como el bosque estaba abandonado y nadie se preocupaba de él, unos bandidos vieron la oportunidad de hacer negocio. Armados hasta los dientes por si aparecía el ogro, se adentraron en el bosque a talar árboles para vender su madera y cazar animales. Y como creían que en el bosque podría haber oro, metieron unas enormes máquinas que destrozaron todo a su paso.
Los animales huían de allí. Los que conseguían salir se iban a la zona donde vivía el ogro pensando que los bandidos nunca irían allí por miedo. Cuando el ogro se enteró de lo que pasaba se puso furioso. Pensó en ir él mismo a echar a aquellos bandidos, pero sabía que él solo no podría.
Entonces, tuvo una idea.
- Ya sé, pediré ayuda -dijo, pensando en voz alta-. Pero yo mismo no puedo ir, y no tengo nada donde escribir un mensaje.
Las mariposas, al oírlo, empezaron a volar a su alrededor para llamar su atención.
- Tendré que ir yo mismo, aunque ponga en riesgo mi propia vida -siguió diciendo el ogro.
Pero las mariposas no estaban dispuestas a dejarlo marchar, y se colocaron frente a él formando un corazón.
- Yo también os quiero, pero tengo que hacerlo -dijo el ogro.
Las mariposas, entonces, se colocaron delante formando un muro para no dejarlo pasar.
- ¿Quién irá entonces a dar el aviso? -preguntó el ogro.
Las mariposas se pusieron a volar alrededor de él muy deprisa.
- ¿Vosotras? ¿Cómo? No podéis hablar, ni tampoco escribir. ¡Ya lo tengo! ¡Os enseñaré a formar letras y palabras!
El ogro se puso manos a la obra. En pocos días las mariposas estaban listas para dar el mensaje y así lo hicieron.
En cuestión de horas, los soldados del rey detuvieron a los bandidos. Pero descubrieron al ogro cuando las mariposas volvieron a casa.
- ¡Acabaremos contigo! -dijo el general al mando.
Entonces, las mariposas se pusieron delante y dieron un nuevo mensaje: "No, es nuestro amigo".
El ogro, emocionado, se echó a llorar. Él no había enseñado a sus amigas a formar esa frase.
Desde entonces, el ogro es el guardián del bosque, que ahora es visitado por muchas personas y cuidado por todos los que como él, aman la belleza y la naturaleza.