Javi y sus amigos hacían un montón de cosas divertidas. Iban al campo con sus bicis, hacían picnic en el bosque e iban a bañarse al río todos juntos, entre otras muchas más cosas.
-¿Qué os parece si vamos al río y jugamos al escondite? -preguntó Javi.
-¡Qué bien! ¡Yo me vestiré de verde para camuflarme en los arbustos! -dijo uno de sus amigos.
- ¡Y yo me vestiré de gris para esconderme en las rocas! -dijo otro.
Así que todos se fueron a jugar al escondite al río. Cuando Javi estaba escondido detrás de unos árboles, vio algo muy grande que salía del agua y que se iba corriendo hacia el final del bosque.
Se asustó tanto que llamó a sus amigos:
-¡Chicos! ¿Habéis visto esa cosa tan grande que ha salido del agua? -preguntó.
- Si, era muy grande. ¡Me ha dado mucho miedo! -contestó uno de los amigos.
Todos salieron corriendo muertos de miedo, pensado que se trataba de un monstruo que quería hacerles daño.
Ya de regreso, los niños contaron la historia a todos los demás niños y todos se murieron de miedo. Estaban tan asustados que pensaron que lo mejor era ir a buscar al monstruo y atraparlo para que no hiciera ningún mal a nadie.
Y así fue. Todos se armaron de valor y fueron al río a capturar a aquel monstruo. Se quedaron escondidos esperando a que aquel gigante apareciera. Al cabo de un rato, cuando menos lo esperaban, vieron algo muy grande moverse.
-¡Ahí está! ¡Cojamos las cuerdas y las redes y atrapémosle ahora mismo! -gritó Javi.
Entonces, todos salieron de sus escondites y lanzaron sus cuerdas y redes sobre aquel gigante. Pero no esperaban lo que vieron.
Aquel gigante no era ningún monstruo. Era sólo un elefante mucho más grande de lo normal y muy feo. Era tan feo que parecía un monstruo maligno. Pero el pobre animal, al ver que todos le atacaban, se asustó tanto que se puso a llorar.
-¡No me hagáis daño! ¡Sólo quería bañarme en el río! -gritó el elefante mientras lloraba muerto de miedo.
-¡Pero si estás llorando! ¡Creíamos que eras un monstruo y que nos harías daño! -dijeron muy sorprendidos los niños.
-¡No soy malo! ¡Lo que pasa es que soy un elefante gigante muy feo y la gente se asusta cuando me ve! -contestó el elefante.
Los niños se hicieron amigos del elefante y le pidieron disculpas. Al final, se rieron un montón por la gran confusión y se dieron cuenta de que no hay que juzgar a nadie por las apariencias y sin conocerlo primero.