El niño que se enfrentó a los gamberros del barrio
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El niño que se enfrentó a los gamberros del barrio

Edades:
A partir de 8 años
El niño que se enfrentó a los gamberros del barrio Había una vez un niño pequeño, muy cariñoso y alegre, que se llamaba Filiberto. Filiberto era bajito, delgaducho y siempre llevaba el pelo alborotado. Por decirlo suavemente, podríamos decir que Filiberto tenía un tono de voz bastante agudo, aunque la verdad es que todo el mundo decía que tenía voz de pito.

Filiberto era un poco miedoso y cobardica. Siempre se estaba escondiendo detrás de sus amigos y salía poco de casa por miedo a que los gamberros del barrio se metieran con él.

Un día, sin darse cuenta, Filiberto se quedó solo en la calle, sin nadie en quien refugiarse. Los gamberros del barrio aprovecharon para meterse con él.

-Hola, Filiberto. Por fin te pillamos solo, que ya te teníamos ganas -dijo el que parecía el mayor del grupo.

-Dejadme en paz o gritaré tan alto que hasta la policía se enterará de lo que estáis haciendo -dijo Filiberto.

-Con esa voz de pito que tienes se pensarán que es la sirena de una ambulancia -dijo otro de los gamberros, riéndose a carcajadas.

-A ver qué tienes en la mochila, Filibertín de las Altas Voces -se burló otro de los gamberros.

En ese momento, Filiberto se puso a chillar tan fuerte que alertó a varios vecinos.

-Vale, vale. Te dejamos en paz. Ya te pillaremos en otra -dijo uno de los gamberros.

Durante varios días, los gamberros del barrio estuvieron rondando a Filiberto. Ningún niño quería ir con él por la calle por miedo a que los gamberros les hicieran algo a ellos por su culpa. Solo su amigo Nicolás permanecía a su lado siempre que podía.

-Tenemos que acabar con esto de una vez -dijo un día Filiberto a sus amigos mientras merendaban en su casa-. Nos enfrentaremos a ellos y les pediremos que dejen de meterse con nosotros.

-Yo paso, Fili. Estos tipos son muy mala gente -dijo su amigo Marcelo.

-A mí me da miedo, Fili. Como se pongan de mal humor podemos salir muy mal parados -dijo su amigo Pedro.

-Yo iré contigo -dijo Nicolás-. Si no lo intentamos nunca sabremos si es posible cambiar las cosas.

-Tenemos que intentar ser amigos, aunque solo sea un poco -dijo Filiberto-. A lo mejor no son tan mala gente como parece.

El primer intentó de dialogar con los gamberros no fue muy bien. Los chavales se rieron de Nicolás y de Filiberto y les amenazaron con pegarles una buena paliza si volvían a proponerles ser sus amigos.

Pero Filiberto y Nicolás no se dieron por vencidos. Entre los dos hicieron unos dulces y los prepararon en una bandejas muy bonitas. Pero los gamberros les tiraron las bandejas a la cara.

-¡Largo de aquí! -les gritaron los gamberros.

-Vamos a seguirlos a escondidas, a ver de dónde salen. Seguro que así descubriremos algo que nos dé alguna pista.

Filiberto y Nicolás siguieron a los gamberros hasta una casa a las afueras. Descubrieron que todos eran hermanos, que su madre estaba muy enferma y que no tenían dinero para el tratamiento que necesitaba.

Filiberto se lo dijo a su padre, que era médico, y fue a visitar a la señora. El tratamiento que necesitaba era realmente caro.

El niño que se enfrentó a los gamberros del barrioA los niños se les ocurrió organizar una gran colecta y hacer pequeñas manualidades para vender en la calle. En poco tiempo consiguieron dinero para que la mujer empezara el tratamiento, aunque no era suficiente.

Pero la noticia empezó a correr y movió a mucha gente, impresionada por la historia que corría de boca en boca.

Los gamberros empezaron a mostrarse mucho más amables y también colaboraron para conseguir el dinero para el tratamiento.

Un día, el mayor de todo los hermanos se acercó a Filiberto.

-¿Por qué lo has hecho?

-Porque podía -dijo Filiberto, sin dar más explicaciones.

-Gracias.

La mujer finalmente se curó. Sus hijos comprendieron que haciendo el gamberro no se solucionan los problemas. Pidieron perdón y, desde entonces, ayudan en lo que pueden a sus vecinos, sobre todo a sus nuevos amigos. ¡Que nadie se meta con Filiberto ni con Nicolás, que ahora llevan guardaespaldas!
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