Había una vez un pajarito que estaba todo el día triste. El pobre pajarito sentía mucha envidia de todos los animales que le rodeaban.
El pajarito sentía envidia del caballo, porque podía correr muy rápido. Tanta envidia le daba que intentaba picarle siempre que podía.
El pajarito también sentía envidia del pez, porque podían explorar el fondo del río. Por eso, siempre que podía, intentaba picarle.
Otro animal que enviaba el pajarito era al topo, porque conocía todo lo que pasaba dentro de la tierra. Así que cada vez que el topo asomaba la cabeza el pajarito intentaba picarle.
Un dia el caballo, el pez y el topo se reunieron junto al río para tratar de buscar una solución. El pajarito se estaba convirtiendo en una auténtica molestia.
-Deberíamos hablar con el pajarito y hacerle ver que él también tiene cosas buenas -dijo el caballo.
Al topo y al pez les pareció buena idea. Y así lo hicieron.
Cuando el pajarito intentó picar al caballo, este le dijo:
-¿Qué te he hecho yo para que me piques, pajarito?
-Correr muy rápido -dijo el pajarito-. Yo no puedo correr, y eso no me gusta.
-Pero puedes volar y llegar muy alto, más de lo que yo podría llegar de un salto -dijo el caballo-. A mí me gustaría poder volar también, y no por eso intento hacerte daño a ti solo porque tú sí puedes.
-¡Es verdad! -dijo el pajarito- Gracias.
Al rato fue a picar al pez. Este asomó la cabeza y le preguntó:
-¿Qué te he hecho yo para que me piques, pajarito?
-Explorar el fondo del río -dijo el pajarito-. Yo no puedo hacerlo, y eso no me gusta.
-Pero puedes conocer los secretos de los árboles -dijo el pez-. Yo no puedo, y me gustaría. Pero no por eso te ataco.
-¡Es verdad! -dijo el pajarito- Gracias.
A
l rato el pajarito se fue a molestar al topo. Este le dijo:
-¿Qué te he hecho yo para que me piques, pajarito?
-Juegas con la tierra -dijo el pajarito-. Yo no puedo hacerlo, y eso no me gusta.
-Pero puedes ver todas maravillas que ilumina el sol -dijo el topo-. Yo no puedo, y no por eso quiero hacerte daño.
-¡Es verdad! -dijo el pajarito- Gracias.
El pajarito aprendió que, aunque no pudiera hacer algunas cosas, poseía muchos dones de los que podía disfrutar. Y nunca más se preocupó de lo que no podía hacer. Desde entonces disfruta de todo aquello que la naturaleza le ha regalado.