El paraguas volador
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El paraguas volador

Edades:
A partir de 6 años
El paraguas volador Lucrecia tenía las manos manchadas de tinta y el cabello lleno de virutas de madera. Pasaba horas en su pequeño desván, rodeada de herramientas, engranajes y montones de papel con garabatos extraños. Le encantaba inventar cosas. Algunas veces funcionaban; otras, terminaban en un pequeño desastre… como aquella vez en que intentó hacer un zapato con ruedas y casi atropella a la panadera.

Pero esta vez sería diferente.

Sobre su mesa había un viejo pergamino que encontró en la librería de Don Efraín. Los dibujos mostraban el diseño de un paraguas muy peculiar. No solo protegía de la lluvia… también podía volar.

—¡Esto es lo mejor que he visto en mi vida! —exclamó Lucrecia, con los ojos brillantes de emoción.

Con paciencia y mucha determinación, pasó días ensamblando varillas, ajustando mecanismos y probando diferentes combinaciones de tela hasta que…

—¡Listo! —gritó, sosteniendo su invento con orgullo.

Era un paraguas rojo con engranajes dorados y un mango de madera antigua. Parecía común y corriente, pero cuando Lucrecia presionó un botón oculto, las varillas comenzaron a zumbar y… ¡el paraguas la levantó del suelo!

El viento le alborotó el cabello mientras se elevaba sobre los tejados del pueblo.

—¡Funciona! —gritó con alegría.

Al día siguiente, decidió llevar su paraguas volador a la escuela. Sería mucho más divertido que caminar. Se sujetó bien, presionó el botón y… ¡ZAS! Se elevó con rapidez, esquivando las chimeneas y cruzando el cielo azul.

Pero algo salió mal.

El paraguas empezó a vibrar y, antes de que pudiera reaccionar, cambió de dirección y voló por su cuenta.

—¡Ey, no, espera! —intentó controlarlo, pero era como si el paraguas supiera exactamente a dónde debía llevarla.

Después de varios minutos, aterrizó justo frente a la librería de Don Efraín.

El anciano la esperaba en la puerta, con una sonrisa traviesa.

—Sabía que encontrarías los planos —dijo él—. Ven, hay algo que debes saber.

Lucrecia entró, intrigada. Entre estanterías polvorientas, Don Efraín le mostró un libro muy antiguo. En sus páginas había dibujos de inventos increíbles y,, en la última hoja, una imagen de un paraguas idéntico al suyo.

—Este paraguas perteneció a un gran inventor llamado Lorenzo Ferrán —explicó Don Efraín—. Dicen que escondió un mapa secreto dentro de su invento, un mapa que lleva a un lugar lleno de maravillas jamás vistas.

Lucrecia abrió los ojos de par en par.

—¿Y si el mapa sigue dentro de mi paraguas?

El anciano asintió.

Justo en ese momento, la campanilla de la librería sonó. Un hombre alto con un gran bigote entró con paso firme. Era el Inspector Roldán.

—He recibido un informe de un objeto volador no identificado sobrevolando la escuela —dijo, ajustándose el cinturón—. ¿Sabes algo sobre eso?

Lucrecia escondió el paraguas detrás de su espalda.

—No, no, ni idea, señor…

Pero Pipo, su travieso gato, tenía otros planes. Se enredó en la tela del paraguas, presionó el botón sin querer y… ¡el paraguas se activó!

—¡MIAU! —gritó Pipo, mientras el paraguas lo levantaba en el aire.

El paraguas voladorEl inspector miró el invento con asombro.

—Así que este es el famoso paraguas volador… ¡Tengo que confiscarlo inmediatamente!

Lucrecia no podía permitirlo. Si el paraguas era la clave para encontrar el mapa de Lorenzo Ferrán, tenía que protegerlo.

Sin pensarlo dos veces, Lucrecia sujetó a Pipo con una mano y el paraguas con la otra.

—¡Nos vemos, inspector!

Presionó el botón y el paraguas los elevó en un torbellino de aire. Salieron disparados por la ventana y cruzaron el cielo a toda velocidad.

El inspector se quedó con la boca abierta.

—¡Volveré por ese paraguas! —gritó, sacudiendo el puño.

Lucrecia rio mientras flotaba sobre el pueblo. Miró el mango del paraguas y vio algo que nunca había notado antes: una pequeña ranura con un símbolo extraño.

—Don Efraín tenía razón… Este paraguas guarda un secreto.

Su corazón latía con emoción.

—¡Es hora de la aventura!

Y con una sonrisa, apuntó su paraguas hacia lo desconocido.
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