El papá de Alberto está trabajando en otra ciudad y todas las semanas espera el momento en que su madre le diga que este fin de semana toca ir a visitarlo. Era jueves por la mañana, Alberto se levantó para desayunar rápido y vestirse. Mamá le dio la buena noticia:
-Cariño, este fin de semana no trabajo y podemos ir a ver a papá.
-Toma! ¡Qué bien mamá! –. Alberto se abalanzó sobre su madre para darle un fuerte abrazo.
-Lo único es que tengo que dejar el coche para que lo revisen en el taller y voy a sacar unos billetes de tren. Tardaremos un poco más, pero está bien. Cuando vuelvas del cole tienes que preparar tu mochila.
Alberto se quedó parado un momento ¿Ir en tren? Nunca había montado en tren. De repente empezó a sentir que una especie de ola de gusanos le subía por todo el cuerpo, era lo que llaman nervios.
-¿Qué te pasa Alberto? -dijo mamá mirándolo extrañada.
-Es que me da miedo ir en tren. Nunca hemos montado y no sé...
-No te preocupes hijo. Es como un autobús, va haciendo paradas y no pasa nada.
Alberto no dijo nada, pero fue incapaz de quitarse sus miedos durante todo el día.
Pensaba en que el tren va por los pueblos y los campos si se estropeaba se quedarían sin sitio para dormir. Y con muchos asientos y tanta gente desconocida.
Cuando llegó la noche Alberto miró su mochila y se sintió más relajado. Mamá le dio un beso y le dijo que no se preocupará, que iban a ir juntos y ella lo tenía todo controlado. Cerró los ojos para dormirse y cuando, llegó el sueño profundo, llegaron también las pesadillas, Alberto se veía en un tren que iba muy deprisa y nadie lo podía parar. Veía por la ventanilla como cada vez el ritmo era más rápido y más rápido….iba a gritar cuando se despertó.
Tardó en volver a dormirse, pero se durmió. Al día siguiente desayunaron temprano y se fueron a la estación. Alberto iba nervioso, pero cuando se subió al vagón miró a su madre sorprendido:
-¡Qué espacioso mamá! Pensé que era más pequeño.
-Ya verás cómo vas a estar bien. Además, mira, te vas a sentar aquí al lado de la ventanilla y vas a ver un montón de paisajes diferentes.
Alberto se sentó al lado de la ventanilla y, cuando el tren arrancó, se fue sintiendo más tranquilo al ver que el ritmo del viaje era lento y siempre el mismo. Había mucha gente, pero todo el mundo hace su viaje y se sube y se baja en diferentes paradas y nadie molesta. Mirando por la ventana fue descubriendo un montón de animales, fijándose en los dibujos que hacen las nubes en el cielo que son diferentes cada momento… Ir de viaje no esta tan mal.
Después de un tiempo, mamá le dijo si tenía ganas de un refresco, ¿Tendría mamá algo en el bolso? Cuando le dijo que sí, mamá le explicó que dentro del tren había una cafetería, ¡Qué bien! Podían hasta moverse por el tren en marcha. Fue con mamá a tomar el refresco y Alberto ya decidió que no volvería a tener más miedo a los trenes.
Tras una hora ya llegaron a su destino, cuando se bajaron del tren mamá le dijo:
-Ya llegamos. Viste qué bien vinimos en tren. ¿Tendrás miedo cuando lo cojamos en el viaje de vuelta?
-No mamá, tenías razón. No ha pasado nada y me lo he pasado fenomenal mirando el paisaje, a la gente, dando un paseo por dentro… Ya no le tengo miedo.
Alberto sonriente, le dio un beso a mamá y juntos esperaron a que papá llegara a recogerlos.