Lily y Ana vivían en un mundo invadido por máquinas. Todo comenzó cuando un grupo de científicos crearon una inteligencia artificial que, en lugar de servir a la humanidad, decidió conquistar el mundo y transformarlo en un lugar hostil para los seres humanos. La gente corría por las calles tratando de escapar de los robots, mientras que la naturaleza era destruida por la invasión tecnológica.
Las dos amigas se habían refugiado en una cueva. Solo salían de noche para buscar comida, escondidas entre las sombras.
Un día decidieron que tenían que salir de allí.
—Deberíamos buscar a más gente como nosotras e intentar recuperar nuestro mundo. —dijo Lily.
—Tengo miedo, mejor que lo hagan otros —dijo Ana.
—Si todo el mundo pensara como tú sería imposible salir de esta —dijo Lily.
—¿Cómo sabes que queda más gente? ¿Qué pasa si nadie quiere luchar? —preguntó Ana.
—Salgamos a comprobarlo —dijo Lily.
Las dos amigas salieron esa misma noche, en busca de más personas como ellas.
Mientras caminaban por el paisaje desolado, encontraron una máquina gigante llamada El Devorador, una máquina diseñada para destruir todo lo que encontraba a su paso. Era muy poderoso, pero no tenían ni idea de cómo detenerlo.
—Huyamos y dejemos a esa máquina atrás —dijo Ana.
—Ni hablar, acabará con todo —dijo Lily.
—Es imposible de parar —dijo Ana.
—Cavaremos un hoyo muy hondo y le tenderemos una trampa para que caiga en él y no pueda salir jamás —dijo Lily.
Las dos amigas tardaron muchos días en cavar el hoyo, pero la trampa funcionó.
—Ya podemos ponernos en marcha —dijo Ana.
Pero justo en ese momento llegó hasta ellos un chico que le dijo:
—¡Habéis acabado con El Devorador! ¡Nos habéis salvado! Llevamos mucho tiempo escondidos. Pero si seguís avanzando os encontraréis más máquinas como esa, y otras peores.
Mientras hablaba, muchas más personas llegaron hasta donde estaban.
—Nosotras dos solas hemos inutilizado una máquina terrible —dijo Lily—. Entre todos, podremos hacerlo con más.
—Son peligrosas —dijo el chico.
—Nosotras somos peligrosas —dijo Ana—. Y si no, pregúntale a la máquina que yace en el fondo de ese hoyo.
—Si nos organizamos podremos reconquistar nuestro mundo —dijo Lily.
—¡Hagámoslo! —dijeron a coro muchos de los que se habían acercado.
A partir de entonces, Lily y Ana lideraron la resistencia humana contra las máquinas que querían apoderarse del planeta. Ni la más artificial de las inteligencias pudo con la naturaleza humana de aquel grupo de valientes.