La ardilla Peladilla vivía en un hermoso bosque. La ardilla Peladilla vivía sola, porque en aquel lugar no había más ardillas. De vez en cuando pasaba alguna por allí, pero enseguida se iba a otra parte.
La ardilla Peladilla se pasaba el día cogiendo frutos secos y semillas y los almacenaba. Y así era feliz.
Un día, mientras hacía su tarea de diaria de coger comida, la ardilla Peladilla escuchó un ruido poco habitual. Eran unos depredadores. Se acercaban. La pequeña ardilla Peladilla tenía miedo y se escondió detrás de un arbusto.
Cuando ya no se escuchaban más ruidos, la ardilla Peladilla salió de su escondite. Todo parecía normal. Pero no. A la ardilla Peladilla le esperaba una sorpresa. En cuanto se dio la vuelta lo vio: un lobo la estaba esperando para comérsela. Pero no era cualquier lobo. Se trataba del lobo Jacobo, el más temido devorador de ardillas.
A pesar del miedo, la ardilla Peladilla consiguió esquivar las embestidas del lobo Jacobo y huyó. Pero el lobo era muy astuto y veloz y no iba a rendirse hasta conseguir su presa.
La ardilla Peladilla creía que no tejía escapatoria. Pero de pronto vio un hueco en un árbol. Si conseguía llegar a él estaría a salvo, porque era muy pequeño para el lobo Jacobo y muy difícil de alcanzar para él.
—Es mi última oportunidad —pensó la ardilla Peladilla. Y salió corriendo. Trepó por el árbol con gran habilidad y alcanzó el hueco del árbol.
Pero el lobo Jacobo no estaba dispuesto a renunciar a aquella ardilla. Así que empezó a arañar el árbol para alcanzar el hueco, dispuesto a romper el árbol si hacía falta.
Los pajaritos que tenían sus nidos en aquel árbol estaban muy molestos. No podía permitir que el lobo Jacobo estropeara su árbol, así que se lanzaron en picado hacia el lobo Jacobo y empezaron a picotearlo.
El lobo Jacobo intentó deshacerse de los pájaros, pero seguían picándolo.
El barullo atrajo a los buitres, que empezaron a volar en círculos, esperando su turno. El lobo Jacobo, al verlos, salió corriendo, pues no le apetecía nada ser la cena de aquellas aves carroñeras.
Gracias a la ayuda de sus vecinos la ardilla Peladilla se libró del lobo Jacobo y siguió con su vida. Del lobo Jacobo no se ha vuelto a saber nada, salvo que empezó a correr hasta que desapareció de la vista.