Alicia pensaba que era mucho mejor decir a todo "no", porque así nadie te estropeaba los juguetes, no ayudabas a nadie a hacer más deberes o no te reñía mamá por quedarte más tiempo en el parque.
Un buen día una profesora le preguntó que por qué estaba sola en el recreo y Alicia le contestó que porque cuando le preguntaban si quería jugar al pilla-pilla ella contestaba que no. La profesora le explicó que si quería pasárselo bien probase a decir de vez en cuando a algo que sí.
Alicia pensó en lo que su profesora favorita le había dicho y cuando le entregaron un papel para ir pedir autorización a sus papás para hacer una excursión decidió que esta vez sí que iría.
El día de la excursión la primera parada que realizaron fue para ver un mirador donde se veía una gran cascada de agua. Un profesor preguntó:
- ¿Alguno de vosotros se atreve a bajar conmigo a ver la cascada de cerca?
La mayoría de los niños dijeron que no por miedo, pues el camino tenía algo de barro y era empinado. Alicia pensó un minuto sobre ello y levantó la mano diciendo:
- Sí, yo.
El profesor se fue con los cuatro alumnos que quisieron ir y juntos llegaron poco a poco a la cascada. Alicia miró fascinada como el agua cristalina caía a grandes chorros sobre un lago. Tocó el agua y sintió un maravilloso escalofrío, bebió y la frescura del agua le quitó la sed. Estaban sacando una fotos preciosas entre los cuatros niños cuando de repente oyeron unos grandes pasos detrás suyo. Se quedaron en silencio y oyeron un poderoso rugido:
- ¡Grruuuaaaahhhhhhhhh!
Todos contuvieron la respiración y de repente vieron cómo detrás del profesor aparecía un pequeño oso marrón. Todos se quedaron con la boca abierta, pero cuál fue su sorpresa cuando vieron que el oso en vez de asustarse o intentar atacarles se echó en la hierba y se puso a dormir.
A
l ver que no era peligroso todos los niños insistieron al profesor para poder acercarse un poco más y hacerle una foto. El profesor les dejó pero cuando llegaron al lado del animal ninguno se atrevió a acariciarlo.
- ¿Quién quiere ser el primero? – Preguntó el maestro-
Alicia volvió a pensar en la situación y ante la duda pensó que volvería a ser divertido decir que sí. Y así lo hizo. El tacto del oso y su mirada de ojos grandes y negros será algo que nunca olvidará. Fue el día más especial de su vida.
Cuando llegó a casa y contó la aventura a sus padres pensó en todas las situaciones en las que a partir de ahora empezaría a decir "sí" y a disfrutar de sus amigos en el patio.