Zuki era el perro de la familia, había llegado siendo un cachorro mucho antes que Félix naciera. Ahora Félix ya era un niño de seis años y Zuki un perro anciano.
Desde hacía unos días, Zuki se veía muy débil, apenas comía y bebía y ya casi no se levantaba para nada. Así fue que los padres de Félix lo llevaron a la consulta con su veterinario. El doctor ordenó hacer unas pruebas y al cabo de unos días cito nuevamente a los padres de Félix para hablar de Zuki.
-Lamento informarles que las noticias no son buenas- anunció el veterinario cuando se sentó en el consultorio con los padres de Félix.
-Zuki ya es muy anciano, su cuerpo está muy deteriorado y me temo que le quedan apenas unas semanas de vida- prosiguió el doctor -. Lo único que queda por hacer es darle mucho cariño y acompañarlo en sus últimos días.
-Entiendo- dijo entre sollozos la madre de Félix.
-Pero siéntanse orgullosos, le han dado una gran vida a Zuki y es por eso por lo que llegó a vivir tantos años- comentó el veterinario.
Después de un silencio entre lágrimas, la madre de Félix, dijo:
-¿Y qué le diremos al pequeño Félix?, Zuki es su mejor amigo-.
-Nada mejor que la verdad- respondió el doctor -. Zuki y Félix necesitan despedirse.
Dentro de sí mismo, el padre de Félix recordó cómo su propio padre le había dicho que a su perro lo habían llevado a vivir a una granja, y cómo siendo un adulto entendió que en realidad su perro había fallecido. Se lamentó de no haber podido compartir el último tiempo con su amigo y despedirlo. Aunque su padre le mintió para protegerlo, en realidad le privó de algo muy importante. Por ello, sintió que las palabras del doctor eran las correctas.
-Totalmente de acuerdo, así lo haremos- dijo el hombre-. Muchas gracias, doctor.
El matrimonio se retiró del consultorio del médico veterinario y se dirigió a su hogar. Una vez allí le explicaron a Félix la situación.
-Félix, el cuerpo de Zuki ya está muy cansado y pronto su corazón dejará de latir, él no estará más físicamente con nosotros, pero será parte de nuestra vida para siempre- explicó su madre.
El padre por su parte agregó:
-Así es hijo, es momento de darle mucho amor a Zuki y cuidarlo hasta su partida-.
Las lágrimas corrieron por las mejillas de Félix, que rápidamente comprendió la situación.
-Pues entonces aprovecharé cada minuto con Zuki y le haré sentir cuanto lo quiero- exclamó el pequeño.
Y así fue, los próximos días tanto Félix como sus padres se ocuparon de pasar todo su tiempo con Zuki. Le dieron mucho amor y cuidados. El niño incluso cada noche se ocupaba de arropar a su mejor amigo y prestarle su juguete favorito para que durmiese con él.
Los días pasaron y finalmente lo inevitable sucedió. Zuki partió físicamente, pero nunca se fue del corazón de Félix y de sus padres. El niño a pesar de su tristeza, se sintió muy feliz de poder estar hasta el último minuto con su gran amigo. Ambos pudieron despedirse y hacerse sentir el uno al otro el amor que se tenían.
Félix y sus padres sintieron mucho la partida de Zuki, pero sabían que pasado un tiempo abrirían su corazón a un nuevo integrante de la familia dándole una oportunidad a un cachorro sin hogar.