La mariposa Dalila había recorrido todos los jardines para informar a sus amigos y pequeños habitantes de que dentro de tres días daría una fiesta para celebrar la entrada de la primavera. Como ella bien les decía a todos no era una fiesta normal, sino una fiesta para los más bellos de los jardines. A su evento no podía ir cualquiera, pues debían ponerse muy guapos, con sus mejores galas, para poder disfrutar y mostrar a todos que eran especiales.
La mariposa Dalila no escuchaba a nadie y, aunque muchos de los animales y alguna flor le mostraron su desagrado ante tal propuesta, ella se daba la vuelta con su aleteo y solo decía: Os espero en el baile, queridos.
Por todos los lados se hablaba de la fiesta. Las hormigas estaban enfadadas, pues ellas eran tan pequeñas que no podían ponerse ningún traje, ni tenían alas de colores, ni podían peinar su pelo. ¿Cómo quería Dalila que se pusieran más bellas? Las otras mariposas no entendían a su amiga, pues cada uno tiene una belleza especial. ¿Para que ponerse guapos y al final parecer todos iguales?
Las flores estaban indignadas. ¿Es que sus colores no eran suficiente bellos ya? Las lagartijas aprovecharían para mudar su piel y aparecer con un traje nuevo. Las moscas también estaban enfadadas, ya que a ellas ni siquiera las habían invitado. Las abejas estaban, sin embargo, encantadas, pues irían acompañando a la reina madre, que era todo un lujo.
Y así entre comentarios y quejas pasaron los días antes de la fiesta. Dalila había comprado todo: bocadillos y dulces que sabía que le gustaban a sus amigas y líquido para que las flores estuvieran bien hidratadas.
La mariposa informó a todos de la hora, pero cuando llegó el momento, Dalila pensó que había dicho la hora mal, porque allí no apareció nadie más que las abejas.
Pasó una hora y la mariposa se puso nerviosa ¿Qué habría pasado con sus amigos? Las abejas no le decían nada y cuchicheaban entre ellas. Dalila tenía ganas de llorar. Posada en una rama estaba cuando vio aparecer a una lagartija y fue a hablar rápidamente con ella:
-Lagartija Juanita, ¿qué ha pasado? Vienes muy tarde y sola.
-Uhm Dalila, yo soy mayor y he decidido venir para contarte lo que pasa. A todos nos parece muy bien que quieras hacer una fiesta, pero la mayoría de los animales se han sentido ofendidos, porque solo quieras a los más guapos y además que todos vayan arreglados como en realidad no son habitualmente.
-¡Vaya! Pero yo solo lo he hecho porque yo soy una mariposa bella y me gusta rodearme de belleza.
-¿Y qué es la belleza para ti? Lo que es para ti igual para otro no lo es y además en una fiesta no hace falta ser guapo sino ser divertido, jugar a cosas entre nosotros y disfrutar de reunirnos.
La mariposa Dalila quedó muy pensativa y al final reconoció que se había equivocado. Le dijo a la lagartija Juanita que, para demostrar su cambio, volvería a dar una fiesta dentro de unos días donde todos los animales de los jardines estuvieran invitados y donde todos podían acudir tal y como eran. Cuando los demás se enteraron acudieron rápido a aplaudir a la mariposa Dalila y a felicitarla por su nueva idea.