Beto era un muñeco de trapo con diseño de granjero, que tenía una vida como la de cualquier otro juguete. Durante el día fingía ser inanimado y era el objeto de diversión y gran compañero de un pequeño niño. Por las noches y cuando estaba solo en casa, sin humanos y con los demás juguetes, vivía su propia vida.
Pero Beto se sentía un poco estropeado y algo cansado. Su color no era el mismo de cuando había salido de la juguetería, sus ojos estaban algo salidos, y sus costuras se habían estirado tanto que podía verse su relleno. Esto a Beto lo deprimía y lo hacía sentir muy mal.
Era tanto el malestar que sentía Beto que ya no quería divertirse con los otros juguetes. Y cuando los humanos no estaban, prefería quedarse echado en el cesto donde dormía o solamente contemplar por la ventana de la casa el jardín.
—Hola, Beto. ¿Por qué no vienes a pasar el rato con nosotros?— preguntó Taylor, el mejor amigo de Beto. Taylor era un soldado de plástico articulado, con un elegante traje de coronel.
—No tengo muchas ganas Taylor, discúlpame.
—Pero pasar el tiempo con nosotros siempre fue lo que más te gustó, y de hecho eres el más divertido de nosotros. ¿Por qué ya no tienes ganas?
—Es que estoy estropeado Taylor, mira mi color, mis costuras, mis ojos. No estoy para nada bien, y no puedo hacer nada al respecto. Es horrible.
—Te equivocas Beto. Sí que puedes hacer algo— respondió Taylor.
—Claro que no puedo. No sé coser ni tengo con que, tampoco sé cómo recobrar el color.
—Tú no, pero hay alguien que si puede hacer esas cosas. Y si hay algo que puedes hacer, pedirle ayuda— dijo Taylor animando a su amigo.
Taylor hizo una seña a Beto indicando que lo siga. Así ambos muñecos se dirigieron hacia donde se encontraba el doctor Marlon, él también era otro muñeco. El soldado puso al doctor Marlon al tanto de la situación que afligía a Beto.
—Estamos ante un caso sencillo, Beto— exclamó el doctor Marlon mientras metía sus manos en los bolsillos de su bata blanca y se disponía a explicar el tratamiento.
—El tema de tus costuras es muy sencillo, en una breve intervención de algunos minutos puedo dejarte como nuevo. Con tus ojos lo mismo, unas gotas de pegamento industrial y te verás como un muñeco bebé. En cuanto a la recuperación de tu color, te daré unos sobres de tinta que deberás aplicarte antes de dormir solo por un mes.
Una amplia sonris
a invadió el rostro de Beto. El doctor Marlon acababa de plantearle la solución a sus problemas. Requeriría de algo de tiempo, pero todo estaría bien.
Un tiempo después, Beto y Taylor se volvieron a encontrar en las reuniones libres de humanos.
—Qué bien te ves, amigo— dijo Taylor al granjero.
—Me veo muy bien, y mejor aún me siento. Gracias por haberme aconsejado aquel día— respondió Beto mientras le daba una palmada en la espalda a su gran amigo. Taylor y Beto se divirtieron mucho ese día, y también los siguientes tal y como lo solían hacer.
Después de esa experiencia, Beto supo que podemos estar en situaciones desfavorables o difíciles en las que no sepamos qué hacer. Pero siempre, si tenemos la voluntad de salir adelante, contamos con la posibilidad de buscar ayuda.