La sombrilla rota
Síguenos en:

La sombrilla rota

Edades:
A partir de 4 años
La sombrilla rota Raúl y Sara llegaron a la playa muy contentos. La arena estaba calentita y el mar hacía olas suaves que sonaban como canciones. Raúl llevaba un cubo rojo lleno de palitos de helado. Sara, su hermana pequeña, saltaba por la orilla dejando huellas en la arena.

Mamá abrió la sombrilla para que pudieran sentarse sin quemarse. Raúl corrió a construir un castillo con los palitos de helado. Lo hacía con cuidado: primero ponía la base y después levantaba torres muy altas. Sara ayudaba un poco, pero se distraía persiguiendo a las gaviotas.

—¡Mirad qué grande es mi castillo! —dijo Raúl orgulloso.

De pronto, una ráfaga de viento fuerte hizo que la sombrilla se doblara y se rompiera. Mamá trató de arreglarla, pero no podía.

—Oh no —dijo mamá—. Necesitamos algo para sujetarla o no podremos quedarnos aquí.

Raúl miró su castillo. Era muy bonito, pero sabía que mamá necesitaba los palitos.

—Mamá, puedes usar los palitos de mi castillo —dijo Raúl, aunque sintió un pequeño nudo en la garganta.

—¿Estás seguro, cariño? —preguntó mamá—. Te costó mucho trabajo.

—Sí —dijo Raúl—. Quiero que podamos quedarnos todos juntos en la playa.

MLa sombrilla rotaamá sonrió y abrazó a Raúl. Usó los palitos para arreglar la sombrilla y pronto volvió a estar firme y bonita. Sara se acurrucó bajo la sombra y Raúl también. Aunque ya no tenía su castillo, estaba feliz porque habían conseguido algo más importante: poder seguir jugando juntos y disfrutar del mar.

Mamá les dio un beso en la frente.

—Gracias, Raúl —dijo—. Hoy has hecho algo muy generoso.

Raúl sonrió. Sintió que el sol ya no quemaba tanto y que su corazón estaba lleno de alegría.
Puntuación media: 9,0 (90 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares