Corría el año 1976. En Tanzania, la paleoantropóloga Mary Leakey dirigía, desde hacía unos años, una excavación en Tanzania, en la zona de Laetoli, al sur de la Garganta de Olduvai. Mary Leakey y su equipo habían encontrado algunos fósiles de homínidos y muchos de otros animales, como musarañas, elefantes, tortugas.
Andrew Hill y David Western formaban parte de este equipo. Un día, durante un descanso que estaba resultando particularmente aburrido, Andrey y David no tuvieron una idea mejor que empezar a lanzarse excrementos de elefante. ¿Quién les iba a decir a ellos que ese asqueroso juego iba a abrirles el camino al gran descubrimiento que hicieron después?
Y es que este ir y venir de caca elefante, Andrew descubrió unas curiosas huellas en el suelo. Unos dicen que lo hizo al agacharse a coger más
munición, otros que las vió al caer de bruces en el suelo tras esquivar una bola bien cargada de estiércol de elefante. Sea como fuere, el caso es que Andrew dio la voz de alarma. Mary Leakey acudió al instante para ver qué había allí.
-Parecen huellas -dijo, tras hacer un primer examen a lo que había en el suelo-. Estoy hay que investigarlo. Y ustedes, lávense. Apestan. Ya hablaremos más tarde de sus curiosas formas de pasar el tiempo.
Andrew y David se retiraron todo lo bien que pudieron los restos malolientes de su cuerpo y se pusieron a trabajar, junto con el resto del equipo, en aquellas curiosas huellas. Tardaron todavía unos años en averiguar quién habían dejado esas huellas y cuándo.
-Son muy antiguas. De eso no cabe duda -dijo Mary Leakey-. ¿Serán humanas?
Dos años después, en 1978, Mary Leakey consiguió desenterrar por completo la que resultó ser una de las huellas bípedas que conservaban la marca del dedo gordo, el empeine y el talón, que tenía una antigüedad de más de tres millones seiscientos mil años.
El trabajo del equipo de Mary Leakey sacó a la luz un conjunto de huellas que se extendían casi 30 metros. En el barro de Laetoli también encontraron huellas de hienas, papiones o jirafas.
A pesar de su antigüedad, al huellas son casi iguales a las que nosotros dejaríamos al caminar en la arena de una playa mojada. Las huellas son importantes porque muestran que ya en aquella época había homínidos que caminaban erguidos, como el hombre moderno.
-Nunca pensé que un juego tan tonto pudiera dar lugar a un descubrimiento tan grande -le dijo David a Andrew un día, mientras excavaban.
-Esperemos que la historia solo se fije en el descubrimiento y no se acuerde nadie de nuestra guerrera de estiércol, amigo -dijo Andrew.
-No sé yo qué decirte, compañero -dijo David-. No sé por qué me da que nuestra pelea con caca de elefante se va a hacer casi tan famosa como el gran descubrimiento al que le abrió la puerta. Pero lo hecho, hecho está.
Las huellas de Laetoli son consideradas Patrimonio de la Humanidad y desde su descubrimientos han seguido siendo estudiadas, aprovechando los nuevos avances de la ciencia.