Un día, Marina despertó y sintió algo extraño en sus pies. Cuando miró hacia abajo, se sorprendió al descubrir que tenía una brillante cola de sirena en lugar de piernas.
Marina saltó de la cama con la intención de ir a casa de Tomás, su mejor amigo. Pero como no tenía piernas, lo único que pudo hacer fue arrastrarse hasta el teléfono para llamarlo.
—¡Tomás, tienes que venir a mi casa enseguida! ¡Te necesito! ¡Es una urgencia!
Tomás vivía en la puerta de al lado, así que llegó en menos de lo que se tarda en decir “ya voy”.
— ¡Tomás, mira mi cola de sirena! —dijo Marina, mostrándosela emocionada.
— ¡Wow! ¡Eso es increíble! —respondió Tomás—. ¿Quieres que exploraremos el océano juntos?
— ¡Claro! —contestó Marina.
Tomás fue a buscar su equipo de buceo y una carretilla. La carretilla lla llenó de agua y metió a su amiga dentro. Así llegaron hasta la playa.
—¡Vamos! —gritó Marina, muy contenta.
Los dos amigos se metieron en el agua. Tomás no podría bucear tan rápido como Marina, pero ella le cogió de la mano y lo arrastró. Así llegaron muy lejos, hasta la guarida de Señor Pulpo.
—¡Vaya, una sirena con un amigo buzo! —dijo Señor Pulpo—. Venid, os enseñaré unos trucos para que os mováis más rápido aquí abajo.
Mientras nadaban, Marina y Tomás se encontraron con un montón de basura en el océano.
—¡Oh, no! —dijo Marina—. ¡Tenemos que hacer algo para ayudar!
—Os llevaré hasta Reina Sirena, que está muy preocupada por esto —dijo Señor Pulpo.
Cuando Reina Sirena vio a Marina y a su amigo y descubrió su historia, les dijo:
—Estamos desesperados, pero vosotros venís de la superficie. Seguro que podéis echarnos una mano. Esta basura está acabando con la vida submarina.
Marina y Tomás aceptaron echar una mano.
—Tengo una idea —dijo Marina—. Recogeremos la basura y la dejaremos en la playa, con un cartel que diga: “Si no quieres la basura en tu casa, no la eches en la mía”. Y dibujaremos peces, algas, sirenas, caballitos de mar y pulpos.
—¿Y si no funciona? —preguntó Reina Sirena.
Tomás se ocupó de hacer el cartel y de reclutar a más gente que les ayudara a sacar la basura que había en aquella zona del océano.
Con el tiempo, más y más gente se unió al equipo: unos, sacando la basura del océano; otros, llevándosela de la playa a lugares especiales.
Como premio a su buena voluntad, Reina Sirena le concedió a Marina y a Tomás el don de intercambiar piernas y cola cuando quisieran. Así, fue mucho más fácil seguir con su misión y poder disfrutar tanto de la tierra como del océano.
La misión sigue aún, y todavía durará mucho tiempo, porque el océano está lleno de basura y todavía hay mucha gente que no tiene cuidado al tirar sus desperdicios.
Pero con la ayuda de todos, conseguiremos no ensuciar más los ríos, los mares y lo océanos e ir limpiándolos, poco a poco.
¿Aceptas el reto?