Manuel se había levantado temprano el día de Navidad. Pero no había encontrado ningún regalo junto al árbol. Manuel fue por toda la casa buscando los regalos. Sin embargo, no encontró ninguno.
-Mamá, no ha venido Papá Noel -dijo el niño.
-No, aquí no ha venido -dijo mamá-. Pero tampoco ha visitado a ninguno de los vecinos.
Todos los niños se juntaron en la calle. Ninguno había recibido ningún regalo. Era muy extraño. Investigaron y descubrieron que no había ido a ver a nada en toda la ciudad.
-¿Qué habrá pasado? -preguntó Manuel-. Seguro que no se ha olvidado. Tenemos que descubrir qué ha pasado, amigos.
Muchos niños se acercaron. Hablaron y hablaron sobre lo que podía haber pasado. ¿Se habría perdido? ¿Le habrían raptado? ¿Se habría caído con el trineo por algún barranco? ¿Lo habrían abducido unos extraterrestres?
Sin llegar a ninguna conclusión, los niños volvieron a casa. Cuando llegó la hora de dormir se acostaron.
Manuel no podía dormir, así que se levantó en mitad de la noche. Y allí estaba, en su salón, junto al árbol de Navidad. Allí estaba Papá Noel.
-No deberías estar despierto -dijo Papá Noel-.Ya sabes qué noche es. ¡Es Nochebuena!
-Nochebuena fue ayer, Papá Noel -dijo Manuel-. Llegas tarde.
-¿Cómo? No puede ser -dijo Papá Noel.
-Te has despistado -dijo Manuel-. Espera, te voy a traer una cosa.
Manuel se fue y volvió después de unos minutos.
-Toma, es mi reloj -dijo Manuel-. Además de la hora te dice qué día es. Y se pone en hora solo, así que no tienes que preocuparte por nada.
-Vaya, chico, muchas gracias -dijo Papá Noel-. No volveré a llegar tarde nunca.
-
Mi mamá dice que más vale tarde que nunca -dijo Manuel.
-Estoy de acuerdo -dijo Papá Noel-, pero es importante poner los medio para llegar a tiempo. ¿No te parece?
-Sí, tienes razón -dijo Manuel-. Me voy a la cama, que te queda mucho trabajo.
-Gracias, amigo -dijo Papá Noel.
Manuel se fue a la cama. A la mañana siguiente todos los niños salieron a la calle a disfrutar de sus regalos. Nadie sabía qué había pasado. Solo Manuel, pero no dijo nada.
Papá Noel no volvió a llegar tarde. Y todo gracias a aquel niño generoso que le había regalado su reloj.